Paisaje
Aquí llueve días enteros, hasta meses enteros.
Las piedras están negras de chubascos,
los senderos pesados.
En el borde de las acequias:
renacuajos, latas oscuras. Una maleta
alquitranada.
Un hilo de aceite se escurre
sobre la grava. Encima, cemento.
Si rascas la tierra: escombros,
ladrillos arrojados, dientes de conejo.
Pueden pensarse sonidos humanos,
pasos, pelotitas de tenis. Voces eventuales.
Cualquier fragmento se admite por inútil.
Porque esto es el vacío hay lugar para todo
y lo poco que hay es como si no hubiera.
También las vías están completamente inertes,
los lagartos inmóviles, los vagones
olvidados.
Después el gallinero. Las cosas sin historia.
O afuera. Una carretilla
que no tiene ruedas. Un pozo. Un balde pútrido
desprovisto de fondo. El nombre de un tonto:
Luigino. Plumas en la red, de gallina.
Agujeros en la red. Tramas rotas.
Eso que ustedes no llaman crueldad.
Yo soy esto: nada.
Y quiero lo que soy intensamente.
Y las palabras: ahora nadie me las robará.
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