Al principio del todo



Al principio de todo

éramos tierra de nadie en medio de un páramo.

Más tarde creceríamos como seres vivos, que somos,

siempre latiendo

siempre queriendo

siempre abriéndonos paso como mejor pudimos.

Y así hasta que de repente

se nos arruga el cuerpo

y se nos expande el alma

y entonces es cuando nos podemos decir

que nos sentimos viejos.

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