No existe nada ni nadie allá en el espacio tiempo del infinito.
No sé lo que tengo que hacer fuera de hora o fuera de sitio.
No sé si ponerme a dar vueltas sobre mi propio eje
y buscar ondas vitales entre mis satélites.
Al mismo tiempo quiero conocer mi luna,
mi bella luna romántica,
mi valiente luna que con todo se atreve,
esa luna que se atreve a subir y bajar mareas,
que convierte a los lobos en hombre lobos,
la que desquicia, más si cabe, a los locos,
la que aumenta el número de partos...
Esa luna que cuando me alumbra me pregunto...
como enciende sus luces blancas evanescentes,
como dibuja sus contornos de sombra de ojos,
como enternece desde al más iracundo
hasta la bestia más inmunda
quiero saber su funcionamiento interno
y conocer en que se basa su potente poder,
pues yo a su lado, no soy nada ni nadie,
sólo soy un admirador apasionado
yo haría lo que ella quisiera,
yo amo a la luna y por encima de todo
y que nadie ose tocarla,
ni la insulte, ni le falte al respeto,
la luna y yo somos gemelos
con el mismo epitelio
nacidos el mismo día y a la misma hora,
pero ella se llevó la mejor parte
y yo en cambio,
me tengo que conformar con este trozo de cuerpo.

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