UN POEMA DE SAMUEL BECKETT


 

Los labios de su deseo son grises
y se separó como un bucle de seda
amenazante
una ligera herida sin sentido.
Ella se presa cansadamente
en cosas salvajes sensibles
Orgulloso de ser desgarrado
por la tumba agazapada de su belleza.
Pero ella morirá y su trampa
tierno tan pacientemente
a mi dolor vigilante
se romperá y colgará
en un creciente lamentable.

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JULIO CORTÁZAR