EL TODO Y LA NADA

 


Y el TODO se convirtió en NADA

y el llanto y la risa dejaron paso

a la indiferencia de dos muñecos de trapo

pues poco a poco se fueron quedando sin tacto,

sin ojos,

sin labios

y es más... a él,

se le fueron cayendo los dientes

y el alma se le hizo escarcha.

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JULIO CORTÁZAR