ALMA NEGRA

 


Tengo un trocito de alma negra,
y no sé si es producto de mi imaginación portentosa,
o es debido a tanto humo de cigarrillo que me he fumado,
o que ya era negra desde mi nacimiento,
 o es que en mi infancia me gustaba ser el malo,
 el indio, el chorizo o el ladrón de todo lo ajeno,
 y en realidad, 
no se cual de ellos prefiero.

Creo que el trocito de alma negra,
a veces me engaña y me domina,
y lo que es sencillo se complica,
y lo que es fácil se hace difícil,
y lo que es claro se vuelve oscuro,
 entonces ese trocito de nube negra,
 invade el resto de mi alma y mi cerebro,
y todo lo que pienso bajo su influjo,
se hace más negro a medida que pasan los años.

Tengo un trocito de alma negra,
un trocito muy pequeño,
aunque a veces me domina,
y entonces se destapa con inusitada fuerza,
sale la maldad infinita,
la maldad más profunda y más oscura,
y brotan como manantiales mis peores pensamientos,
y crecen mis miedos y mis paranoias más retorcidas,
y se multiplican mis temores y mis pérdidas nunca encontradas,
eso hace que me retuerza como un muñeco de trapo,
que diga lo que no quiero decir.
(Es como el rayo y el trueno,
yo soy el trueno y la maldad el rayo).
Al llegar la noche,
los arrepentimientos me abrazan y me atraviesan,
y duermo con ellos y con mis peores sueños y pesadillas.

Al final, 
siempre me despierto entre fríos sudores,
envuelto en una lúgubre noche de tormenta,
yo soy el trueno
y los arrepentimientos son los rayos
mientras mi trocito de alma negra
se ha convertido en una ciclogénesis casi perfecta.

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JULIO CORTÁZAR