TARDE...TARDE DE DOMINGO

 



Tarde...
tarde de domingo,
no se mueve ni el aire,
la gente no habla, 
han desparecido los coches,
los pájaros de las 6 de la tarde no habrán vuelto  del bosque,
...silencio...se rueda...
y de fondo se oye al comentarista de un partido de fútbol
y ¡¡¡Gol!!!...y ¡¡¡Goooooooool!!!
y de nuevo todo vuelve a su calma, 
tarde...tarde de domingo.

Y menos mal que mañana no curro, 
cosa no del todo cierta (lo de menos mal),
porque ahora y no sé el porqué
si tengo que ir a currar voy el primero
(pero esto no se lo digáis a nadie, es mi secreto)
y algo hizo clip dentro de mi cabeza
y desde hace un tiempo voy a currar todo contento
y no pidáis explicaciones, ni porqués, ni cómos, 
vamos a ver... lo que yo os diga va a misa
y si digo esto es porque así lo siento.

Pero bueno, mañana no me toca currar
y para mi será un lunes con forma de viernes
o de sábado o de domingo...
el tema es que mañana iré a desayunar a primera hora,
me despertaré saludando al mundo
y con un sonriente ¡Buenos días!, 
primero y antes de nada, 
cagaré como a mi me caracteriza,
(con convicción y buenos argumentos)
me ducharé con todo el gusto del mundo
y por fin llegará la hora de mi sabroso desayuno,
una tostada con jamón serrano
y doy por cumplido mis hidratos de carbono del día,
después, 
tengo por delante toda la preciosa mañana del lunes,
y sobre las 13 horas, toca hacer la comida
y para mi hijo pequeño y para mí
y en amor y compañía nos damos al gusto de comer
y sobre las 15 horas uno o dos delicados café
con aromas a café recién molido.

¿Y que más os puedo decir?, 
que tengo toda la tarde por delante,
que puedo escribir lo que quiero
y las horas que sean,
que sobre las 18 horas empiezo a escuchar a las pájaros
que se posan en el árboles de la calle
y sobre las 19 horas se empieza a presentar la noche,
lo hace suavemente y sin sobresaltos,
primero, se apagan las luces más lejanas
y poco a poco su mano negra
enciende las velas de la noche...
y por fin a las 23 horas me llama mi cama
para que vaya a dormir con la almohada.

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JULIO CORTÁZAR