ASÍ SERÍA MI CASA DE LA PLAYA


Así sería mi casa de la playa, bueno sería la casa que me imagino y porque otra cosa no podría ser (ojalá pudiera ser). Sería entera de madera bien tratada y bien cuidada y con amplios ventanales siempre salpicados de gotas saladas de mar. Y claro, me imagino allí escribiendo y aporreando el teclado y con un entusiasmo inusitado. Despertaría cuando saliera el sol y a continuación, desayunaría un café humeante y una tostada caliente y después, el entorno me invitaría a darme una vuelta por la playa y hasta la lejanía.

Una hora de paseo y de nuevo en casa y una ligera ducha gratificante. Y por fin sentarse, sentarse delante del ordenador y que los dedos trabajen solos y porque las ideas fluirían y los pensamientos se convertirían en palabras y letras. Y hora de comer y serían las 13 horas y a comer frugalmente y justo para no quedarse dormido después de comer (aquí, no querría siesta) y de nuevo, volver a escribir. Tengo que decir que ambién me gusta escribir por las tardes y me encanta hacerlo cuando está anocheciendo y porque estoy enamorado de esa tonalidad gris naranja azul y blanca, pero en el anochecer solo escribiría un rato, porque necesito otro tiempo de él, necesito volver a pasear a esa hora maldita, maldita de preciosa y bonita y bueno y se coincidiera con la marea baja, entonces sería como para morirse del gusto.

Y cena temprana y como muy tarde a las 9 de la noche y siendo Otoño e Invierno habría que encender la chimenea y dejarse llevar por sus cálidos encantos y siendo Primavera y Verano, salir al porche y a contemplar un hermoso cielo y a oír el dulce susurro de las olas sobre la arena. Y a las 11 de la noche, se apagarían las luces y mis ojos. Y de nuevo, hasta el día siguiente y a las 6 de la mañana y después, vendría el desayuno...

No hay comentarios:

Publicar un comentario

JULIO CORTÁZAR