No escribo todo lo que pienso
me falta ese algo indefinible e inconcreto
que debo tener guardado en algún rincón de mi memoria creativa
y lo sé, porque a veces siento su pálpito y su grito mudo.
Cuando escribo algo
siento que ese otro algo, el que tengo escondido
intenta colarse por esa fisura temporoespacial
que se crea tras la estela de cualquier pensamiento
y para que de una vez por todas,
me de cuenta de su existencia.
El problema no está en que no lo sepa
el problema está en que lo sé
pero me falta el método para proceder a su extracción
y hacerlo con mucho cuidado y mucha delicadeza
o lo que viene a ser lo mismo
me falta la inspiración para poder escuchar su voz.
Hay muchas viejas historias
que hablan de esto mismo,
algunos le llaman, inspiración
otros en cambio, hablan de organización y método,
y algunos otros, piensan que son sueños irreales
y por tanto, niegan su existencia
pero en el fondo de todo,
es porque no les gusta dejar nada para la imaginación,
la imaginación les asusta,
y los debilita de tal manera,
que ellos, los negacionistas,
prefieren seguir negando
que la imaginación existe.

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