Y dadas mis propias circunstancias vitales: jubilado, viejo, solo pero contento, a veces desgraciado pero por suerte, eso no me dura mucho, otras soy el payaso de un circo arruinado, siento el peso de los años en las articulaciones y en mis viejas piernas a los que haría falta tener más riego (tengo las arterias de mis piernas atascadas al 60 % o las tenía hace 10 años, pero no creo que tenga atascadas mucho más y porque en su mayoría era producto del fumar como una bestia parda y ya llevó sin fumar la friolera de 9 años) y para un tío que se levantaba de la cama con un cigarro en la boca y así hasta 40 cigarrllos al día, pues no está nada llevar sin fumar 9 años y es más en este tiempo nunca tuve la tentación de fumarme un cigarrillo. Digamos que toda aquella ansiedad que cubría o pensaba que cubría coin fumar a todas horas y hasta en cada minuto, pues de repente hizo como los cambios de hora y al día siguente ya estaba libre de pecado. No recuerdo una sola foto mía en que no saliera con un cigarrillo encendido y yo de aquellas pensaba que era un puta manía que había adquirido por el camino y ahora en cambio, me estoy dando cuenta de como nunca me gustó salir en las fotos y porque no me consideraba nada fotogénico (ni ahora me lo considero), pues para cubrir esa pequeña angustia añadida, encendía y a propósito, un cigarrillo para salir en la foto. Era una de mis drogas preferidas y fue mi dependencia más larga hacia una de ellas. Y claro, ahora lo pienso y fueron 46 años ejerciendo de puta chimenea y el humo que exhalaba después de dar una calada, era cada vez más negro y más negro amenazante y porque sabía que el final de ésta historia podía acabar en un cáncer de pulmón, pero como le explicas eso a un drogadicto que después de apagar un cigarrillo estaba pensando en fumarse otro.
Aunque yo sé que no puedo cantar victoria y porque 9 años se pueden ir al carajo en un mal momento o en una celebración donde todo dios fuma y bebe y algunos hasta bailan. Y tú en medio de ese mundo desmadrado y donde el alcohol corre a espuertas y el nivel de las conversaciones son palabras inconexas y porque a más alcohol cada vez se habla peor y con esa música de fondo que siempre suena en los grandes eventos y cuanto más grandes peor es el asunto y a ese volumen ensordecedor que casi te rompe los tímpanos, pues seguro que no vas a poder decir ni a escuchar mucho y entonces el hablar y el escuchar carece de sentido. Y en mi caso, como en los grandes o pequeños eventos, me aburro un huevo y solo estoy deseando que se acabe esa tortura que es voluntaria y a la que nadie te ha obligado a estar allí, pues en mi caso es el momento idóneo para ceder ante esa tentación de fumarme un cigarrito y que por uno no pasa nada y toda esa retaíla que se piensa antes de cometer ese malévolo acto (malévolo para mi). Y voy yo y me lo creo. En algunos casos podría agarrarme a la música, pero son muy pocos casos y porque lo normal es que la música en los grandes eventos, sea hortera hasta la bandera, música bailable y de letra facilona y donde hasta el más borracho de la boda la pueda bailar y justo hasta que se caiga al suelo o le entren ganas de vomitarlo todo.
Aunque en realidad, yo no tengo ese problema y porque no asisto ni a pequeños ni grandes eventos y porque como ya dije antes, lo paso fatal. Por tanto esa tentación la tengo eliminada del mapa. Y ahora me estoy dando cuenta que tengo un evento cercano y al cual tengo que asistir sí o sí y porque yo soy el puto homenajeado y porque me daba pena no poder despedirme de algunos compañeros que fueron más que eso y podía ir despiéndome de uno en uno, pero tampoco es esa la solución y porque cada uno de ellos, ha sido un gran compañero de armas, pero tampoco son mis amigos del alma y entonces he pensado que si liquido dos pájaros de un solo tiro (qué expresión más bélica y de poco amante de los animales), pues con una sola fiesta pienso que puedo dar el pego. Y no es que no tenga ganas de despedirme de ellos y ellas, que las tengo, pero mi problema es que no me gustan los grandes eventos y todo el sufrimiento que me conllevan. Pero tampoco me perdonaría no haberme despedido de algunos compañeros y porque a lo mejor, es el último abrazo que les pueda dar.

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