A mi me engañaron,
me habían contado que las ansiedades pasan,
y que después, se van por donde han venido,
claro que el que se inventó la Ansiedad como ente patológico
le dieron el Premio Pulitzer o algo parecido...
pasó que el tío un día le puso el nombre y sello
a esa condenada enfermedad
o sea, diagnosticó a un ansioso en estado de brote:
sudaba fríamente,
sufría fuertes dolores de Cabeza
temblores en el resto del Cuerpo,
respiraba con prisa, descoordinadamente y como si no hubiera un mañana
y nunca se quedaba por satisfecho,
los dolores nunca le pasaban del todo,
las respiraciones eran leves y superficiales,
la sudoración seguía siendo profusa y fría y como un cadáver de varios días
el pulso iba a otro ritmo,
se aceleraba tanto y que parecía que todo iba a estallar,
que aquello eran como tambores de una orquesta que no era precisamente sinfónica,
y a todo éste cuadro el tío lo bautizó como Ansiedad
que no es igual a la ansiedad de tenerte en tus brazos...
Pasaron los años y los siglos
y se sigue llamando igual, Ansiedad
y es que el inventor de esa palabra no sabía hasta donde podía llegar el asunto
y porque la ansiedad se extendió como una mancha de aceite por toda la Tierra,
todo el mundo era ansioso o casi o siempre había antecedentes,
todo el mundo debía tomar tranquilizantes en comprimidos,
y así empezó el declive del Imperio Romano
y cuando se quisieron dar cuenta se había creado una legión de gente colgada de los tranquilizantes
y más tarde, empezaron los monos de los ansiolíticos
que creaban más problemas que la propia ansiedad por la que se había empezado,
más sudores, más dolores, más palpitaciones y más insomnios,
sobre todo más insomnios con caída de mocos incorporada,
le llamaron, moquillo del mono
y bueno, hubo que sacar al mercado otras nuevas pastillas,
que dicen o eso nos dicen y eso es lo que nos quieren hacer creer,
que son menos adictivas
pero realidad es otra adicción que se adhiere con mucha más fuerza a tus neuronas,
y en cuanto te enchufas la primera
después, nadie te podrá parar...
A mi me engañaron,
me habían contado que las ansiedades pasan,
y que después, se van por donde han venido,
claro que el que se inventó la Ansiedad como ente patológico
le dieron el Premio Pulitzer o algo parecido...
pasó que el tío un día le puso el nombre y sello
a esa condenada enfermedad
o sea, diagnosticó a un ansioso en estado de brote:
sudaba fríamente,
sufría fuertes dolores de Cabeza
temblores en el resto del Cuerpo,
respiraba con prisa, descoordinadamente y como si no hubiera un mañana
y nunca se quedaba por satisfecho,
los dolores nunca le pasaban del todo,
las respiraciones eran leves y superficiales,
la sudoración seguía siendo profusa y fría y como un cadáver de varios días
el pulso iba a otro ritmo,
se aceleraba tanto y que parecía que todo iba a estallar,
que aquello eran como tambores de una orquesta que no era precisamente sinfónica,
y a todo éste cuadro el tío lo bautizó como Ansiedad
que no es igual a la ansiedad de tenerte en tus brazos...
Pasaron los años y los siglos
y se sigue llamando igual, Ansiedad
y es que el inventor de esa palabra no sabía hasta donde podía llegar el asunto
y porque la ansiedad se extendió como una mancha de aceite por toda la Tierra,
todo el mundo era ansioso o casi o siempre había antecedentes,
todo el mundo debía tomar tranquilizantes en comprimidos,
y así empezó el declive del Imperio Romano
y cuando se quisieron dar cuenta se había creado una legión de gente colgada de los tranquilizantes
y más tarde, empezaron los monos de los ansiolíticos
que creaban más problemas que la propia ansiedad por la que se había empezado,
más sudores, más dolores, más palpitaciones y más insomnios,
sobre todo más insomnios con caída de mocos incorporada,
le llamaron, moquillo del mono
y bueno, hubo que sacar al mercado otras nuevas pastillas,
que dicen o eso nos dicen y eso es lo que nos quieren hacer creer,
que son menos adictivas
pero realidad es otra,
y en cuanto te enchufas la primera
después, nadie te podrá parar...

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