EL GITANO, EL TALIBÁN Y YO

Hoy he hecho las tereas, he cumplido las normas propias de mi sexo y condición o sea no hice nada productivo, me he rascado los huevos literalmente y me dediqué a darle al pico. Me fuí al bar, como corresponde, y despaché asuntos generales, como hablar de política: de Rajoy, de Bárcenas, de Urdangarín, además de los temas futboleros: que si el Barsa, que si el Madrid, que pobre Celta y que se joda el Deportivo, que si sube, que si baja, etc... Despues me senté en la barra con mi amigo Antonio, gitano de pura cepa y chapista de profesión , que no chapero, bueno más que chapista, trapichero de asuntos relacionados con los coches. Yo fuí a caer en sus redes por casualidad o mejor dicho por necesidad, pues necesitaba arreglar la chapa del coche, pedí varios presupuestos y alguien me habló de los gitanos, de los Autos Family, que suenan a familia mafiosa. Asi que le pedí un presupuesto y como corresponde, fue el más barato de todos. Y ahí ya caí en su telaraña, le llevé el coche y mientras lo esperaba me puse a ver otras coches y entre ellos había un precioso Golf, el coche más bonito del mundo. Caí en la tentación y pedí para probarlo y como sonaba aquello, que delicia de coche, yo sin darme cuenta ya la había cagado, ya estaba enganchado.
   Asi que día a día acudía a ver la evolución de la reparación de mi Peugeot 307 SW, pues ya se sabe que los presupuestos baratos como no estés encima, te puede quedar el buga hecho una puta mierda. El Peugeot tenía unas grandes heridas, en un lateral estaba chaflado. El caso es que yo seguía dandole vueltas al Golf y como podía agenciármelo sin que me costara pasta, pues de pelas andaba bastante escaso. Hasta que un día en una de esas visitas de control, me vino la iluminación y así empezcé a concretar una idea. Se me ocurrió hacer un trueque, el Peugeot por el Golf y santas pascuas. Empecé a tantear al gitano y le hice ese ofrecimiento de trueque sin mostrar mucho interés, como un comentario cualquiera, pero ya le dejé puesto el anzuelo, el posible trueque. No tardó mucho el Antonio en picar, claro que a su manera o sea hacer el cambio pero además dándole yo una cantidad de pasta. Yo le dije claramente que no, que si quería cambiábamos un coche por otro y nada más y el insistió en lo suyo. Pasaron los días y y cuando el Peugeot estaba casi listo, él me aceptó, por fin, el trueque. Así que desde esas yo tengo un brillante Golf a cambio de un Peugeot, que no era mal coche, pero estaba hasta los huevos de él y de ahí la necesidad del cambio, para mí era como hecho con demasiado plástico por dentro . A todo esto para convencerlo más facilmente en el tiempo que él le estaba dando vueltas a lo del trueque, yo tuve que hacer varias visitas sorpresa a su taller y en ellas siempre me acompañé de una buena cantidad de latas de birras. Había que engrasar al gitano de alguna manera.
   Después del afamado trueque todo se fué deslizando y a mi se me ocurrió que en mi casa tenía que dejar la piedra vista. Es decir las paredes tienen una buena capa de cemento y y por encima del cemento una capa de pintura. Decidí empezar la árdua tarea de dejar la piedra vista ( el marés) y mi amigo Antonio tenía los aparatos necesarios y la mano de obra a un precio bastante razonable. La mano de obra me la presentó un día y resulta que era un Talibán o eso a mi me pareció. Con su larga túnica, con su barba larga perfectamente delimitada y por supuesto moro de nacimiento. Además observé, mientras caminábamos por la calle, que sus compatriotas le saludaban con mucho respecto, como si él fuera un personaje importante. Aún me acuerdo el día que le conocí y la sorpresa que me llevé, lo primero que hice fué mirar para el gitano como preguntándole que coño era aquello y el otro haciéndose el longui. Me agobié un poco más cuando Antonio dijo de ir hasta mi casa a ver la faena, y yo pensando como voy a llevar al talibán a mi puñetera casa. Me rehice un poco, intentando pensar que yo estaba lleno de prejuicios y de ideas racistas. Así que emprendimos rumbo a mi santa casa, el Talibán, el gitano y el médico, menudo trio de imprensentables, iba pensando, hasta que nos cruzamos con algunos vecinos y aquí si que me entró la risa. Las caras que ponían cuando veían al trio la-la-lá, al médico con ese par de elementos o al revés ese par de currantes con ese elemento de médico y yo a cada paso que dábamos, me iba hinchando como un pavo. Que le den por el culo a todos estos capullos, que se jodan que esoty de ellos hasta las pelotas, pensaba para mis adentros. Resultó que el talibán era una excelente persona y mejor trabajador y en mi casa curró como un cabrón. Lo malo es que volvió al moro, no sé si con carácter transitorio o definitivo, él me dijo que volvería y ahora yo lo espero con los brazos abiertos.
   Así fué como yo fuí estrechando lazos con el gitano, bueno por cuestiones de curre y tambien porque me cae bien. O sea reconozco que es un chorizo en potencia y sin potencia, pero me encanta su filosofía de vida. Tiene más hijos que nadie y el curre más o menos le va tirando, aunque vive al día, hay dias que tiene pasta porque alguien le ha pagado y otros en el que esta más que rascado, pero él sigue tirando con todo y con un humor que te cagas. Por eso poco a poco lo fuí reconociendo y dándole cada vez más valor y de ahí, que cuando me apetecía hablar con alguien de cosas intrascentes, siempre tenía a mano al gitano. Mis visitas a él se hicieron más cotidianas, como un par de veces a la semana y lo iba a buscar cuando sabía que podía estar en el bar. De ahí vinieron las pequeñas charlas superficiales, donde sobre todo tenía cabida el buen humor.
  Me acuerdo de un día que me pregunta si yo sabía lo malo de robar y yo lo miré con ojos de pasmado y no fuí capaza de decirle nada. Y él se contestó y me dijo que : lo malo de robar es que te pueden pillar. Así de sencillo, el problema no estribaba en criterios si al que robas es un asfisiado sin nada de pasta o si está forrado, no señor esas cosas eran secundarias, lo único malo de robar es que te pueden pillar. Pura filosofía de la necesidad. Y yo pensando en que él había entrado en mi casa y sabía que yo nunca y nunca es nunca cierro mi puerta con llave. la puerta de mi casa está siempre abierta, incluso cuando yo no estoy en ella. Tiene un pestillo de esos que se levantan, primero se abre la puerta y llamas a voz en grito ya desde dentro de la casa. Pero esta manía de no cerrar no sólo la practico en mi casa, también lo hago con el coche y me explico. Yo vivía en Corcubión (costa da Morte) y aquel pueblo era tan tranquilo y seguro, que nunca necesité cerrar el coche. Después más tarde, me desplacé a vivir a Cádiz y en principio seguí con mi puñetera costumbre, hasta que a base de advertencias por parte de familiares y amistades, un día decidí cerrar el coche y ese día, ese mismo día, me forzaron la cerradura y entraron en mi coche. A partir de ahí decidí volver a mi filosofía y el coche siguió abierto siempre. Por cierto ya no volví a tener problemas de robos, lo que si cuidaba era no dejar nada de valor a la vista. Y aquí en Menorca ya es la repañota, aquí es un paraiso y al que choriza, al ser una pequeña isla, no tardan mucho en pillarle. Así, que mis propiedades son todas de puertas abiertas, quien quiere entrar, sólo tiene que empujar la puerta y ya está. Así de sencillo.
   Respeto al gitano, lo sigo viendo de vez en cuando,  le hago visitas esporádicas al bar. Ahora ya lo controlo más y prefiero ir a verlo con menos asiduidad que anteriormente, pues también es un poco jartible y más lo es cuando está alicatado y por desgracia lo está con demasiada frecuencia. Esto lo arreglo hiendo al bar prontito, antes de las 9 de la noche, pues a las 10 ya empieza su transformación alcohólica.

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JULIO CORTÁZAR