PEQUEÑOS DIOSES
Son las 16,30 de la tarde y me acabo de despertar como hace una media hora. Tuve curre y como fué de noche el aviso jodido, en concreto a las 3 de las mañana y no la treminé hasta las 6, pues poco margen me quedó para poder conciliar el sueño. En definitva que dormí unas escasas dos horas. Porque no sé si sabeis que aparte escribir también curro y a veces toca lo que toca, noches toledanas.
Pero bueno una vez medio descansado, aquí estoy, dispuesto a torear de nuevo. Con ese aviso jodido se me quitó toda la tontería que tenía: que si volvía estar como hace 10 meses, que si estaba estancado, etc... y cuando de sopetón te vuelves a encontrar de cara con la muerte, en éste caso con la muerte ajena, te das cuenta que lo tuyo es una puta llorada. Oor eso despues de un merecido descanso vuelvo por mis fueros a la plaza de toros, a disfrutar de la lidia y de la verónica y de las que se presenten en la plaza.
Hoy dicen que a lo mejor nieva mañana o el domingo. Yo hasta que lo vea no me lo creo, soy gallego, por tanto soy desconfiado. Es bonita ésta Isla cuando está nevada, bueno es bonita siempre, pero nevada aún lo es más, así que estoy tan impaciente como lo puede estar un niño el día de Reyes. Ya me despejé escribiendo un buen tocho, bueno de volumen, de calidad ya es otro cantar, pero yo me lo pasé de miedo.
La verdad que hoy reflexionaba sobre el poder que tenemos en nuestras manos y me refiero a los médicos y más los que trabajamos de urgencias y emergencias. Muchas veces se te plantea el dilema de que decisión debes tomar ante determinados casos clínicos. Voy a poner un ejemplo muy sencillo que me pasó ayer mismo. Resulta que yo salvé una vida, bueno yo y mis compañeros, pero a lo que voy, le salvé la vida a un vegetal o aún más que pòsible vegetal. Tomé la decisión de intubar, conectar al paciente a un respirador, meterle la medicación apropiada para el caso y bueno, lo trasladé hasta el hospital vivito y coleando un poco. Pero ese poco puede ser mucho, hasta que punto se puede estar contento de mantener las constantes vitales de un paciente con una hemorragia cerebral bastante severa, ¿se puede estar contento?. Y no vale que en la asistencia inicial yo no podía saber que es lo que era, pues sí que lo sabía, yo sabía perfectamente que era una hemorragia cerebral y que además era severa y se sabe más o menos dentro de un orden, se sabe por los síntomas, por los signos clínicos y por la exploración, en éste caso neurológica. Por tanto a groso modo yo si sabía el alto grado de afectación cerebral y aquí empieza el dilema, ¿que coño hago?. La valoración de las secuelas, era poner en la báscula sólo dos alternativas: o se quedaba parapléjico o se quedaba tetrapléjico y con alteraciones de las funciones básicas, como el hablar, el pensar,etc... Entonces, que es lo que te domina en ese momento. Por principi, lo que te domina es la suelta de adrenalina, eres capaz de actuar, valorar y tratar a la velocidad del rayo y en general, si estás bien entrenado, sueles acertar.
Pero en casos como éste y muchos otros, si por la gravedad del paciente tienes que intubar, aquí tú poder es total. En ese instante en que vas a meter el puñetero tubo eres un pequeño dios, un dios que tiene una vida en sus manos, pues si no aciertas la has cagado y si no estás fino, pues también. Este poder se agudiza y aumenta, cuando previamente a la intubación le has puesto una medicación que le anula por completo la respiración espontánea, pues muchas veces aún conservan una respiración residual y lo dejas hecho un muñeco de trapo, ahora sólo es dependiente de que tú introduzcas correctamente el dichoso tubo. Son segundos, pero son tan intensos y con ese poder entre tús manos y una vida que pende de ti, que pende de un hilo, que si lo haces bien le coges vicio. A veces te pillas a ti mismo observando cuellos, pues el tema de las intubaciones tiene su enjundia, pues hay cklasificaciones según el tipo de cuellos e incluso según el tipo de cuello se consideran intubaciones fáciles o difíciles. O sea que es un mundo aparte, un submundo dentro de las urgencias médicas.
De todas maneras, el dilema sigue en mi cabeza, como coño puedo darle vida a un vegetal, pues sé que su estado final va a ser ese, el estado vegetal. Despues hay grados, según afectación neurológica, lo sé, pero eso no quita que en el fondo las clasificaciones en realidad sean más burdas. La cuestión final, es la que dije antes, todo se basa en si mueve un brazo o los dos, si mueve una pierna o las dos, si las pupilas son reactivas, o si el habla puede quedar afectada, y la memoria, etc... Claro que como no puedes ni debes jugar a ser un pequeño dios, lo que tienes que hacer es lo más humano. Y aquí me vuelvo a interrogar, ¿es lo más humano darle vida a un guiñapo?, un guiñapo dependiente, impedido y depresivo, pues logicamente al ver su propio estado se deprimen automaticamente.Pero éste dilema tan vitalista es muy difícil de concretar, pero hay que intentarlo, para que en situaciones como estas sepas perfectamente como debes actuar y aún así no se conseguirá nunca del todo, digo el hacerlo siempre correctamente.
De todas formas, en la medicina hay diversas corrientes. Hay la más "médica", donde sólo se valora las constantes vitales del paciente y no se valora el lado más humano. He visto muchos casos en que los médicos reaniman a un enfermo terminal y todo porque aún conserva constantes, sin valorar para nada que ese paciente le queda un mes de vida, llena de dolores inmensos y efectos secundarios de la quimioterapia o de la radioterapia incoercibles. ¿Donde está la humanidad?. Si la tuvieron algún día, la dejaron cuando entraron a estudiar en la facultad de medicina. Porque si te molestas sólo un poquito en pensar con humanidad, en el 90% de los casos el paciente te va a agradecer que no le prolongues una agonía tan dolorosa, aparte que también te lo agradecerá la familia.
Y después estamos los otros, la corriente más humanista, los que intentamos que el sufrimiento del ser humano cuando es irreversible, sea el mínimo y apoyamos una sedación programada, para que el paciente terminal vaya apagando poco a poco sus últimas velas. Y tengo que aclarar que no somos mayoría, más bien lo contrario y más ahora que impera de nuevo el opus Dei. Somos los menos pero no somos cobardes y no tenemos miedo, pues con nosotros está el peso de lo humano. Además estamos acostumbrados a desenvolvernos en circunstancias adversas y nos desenvolvemos como putas anguilas a contracorriente. De vez en cuando nos dan un gran o un pequeño palo, pero nos crecemos ante los obstáculos. Bueno no sé si esto es lo que le pasa a todos ,yo hablo de mi y de lo que me gustaría que les pasara a los demás reistentes.
Hay otros, tambien por desgracia demasiado abundantes, que son los que se inhiben, no valoran, ni toman partido y no lo toman porque en realidad no tienen ni puta idea. Son los flojos que hay en todos los curros y suele coincidir que tienen mucha labia, ya que están acostumbrados a salir de los marrones con su labia patatera. Éstos señores, son flojos por naturaleza, en su vida médica pusieron interés por nada, hacían que lo tenían, hacían que cogían apuntes, hacían y hacen que estudian, pero en el fondo y en la superficie lo que no tienen es ni puta idea. A muchas de éstas larvas les gusta trepar y suelen llegar a tener algún carguito intermedio y una vez que lo cogen ya no lo sueltan en el resto de sus días. Son trepas, larvas, pelotas, ineptos y unos cara dura.
La Medicina, como otras ciencias, debe ser como la tierra : la tierra es para el que se la trabaja y la Medicina también y el que no lo haga que se vaya a tomar por culo.
!Vade retro Satanás!.
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