CRUELDAD (Reflexión reflexiva)

Cuando se toma una decisión que significa un cambio cualtitativo, uno debe asumir que la ha tomado y esto no es tan fácil. Esa decisión debe estar meditada y sopesada y por último valorar si merece la pena. Y esto es lo más dificil de valorar, si merece la pena. Pues los años van pasando y los años no perdonan y uno se hace viejo poco a poco y el tiempo que te queda por delante, se reduce y se comprime. Y entonces te preguntas, ¿ merece la pena decir cosas desagrabables?, si son agrabables, claro que merece la pena, aquí no hay duda, pues seguramente va a mejorar tú calidad de vida. Cuando son desagradables o sea que no van a gustar a una o a las dos personas, hay que preguntarse hasta que punto es necesario decirlas.

                             Esto viene a cuento, de que hace unos meses le dije unas cuantas cosas desagradables a una persona, que fué una antigua novia de hace mucho tiempo, y por supuesto y dado mi tono, su respuesta fué el silencio y en consecuencia no saber nada más de ella. Meses después me pregunto, ¿ha merecido la pena?. pues cada día lo dudo más, no dudo el habérselo dicho, pero si el no haberlo dicho de otra manera. Claro que hay que situarse meses atrás, donde mi necesidad de decir las cosas, era pura visceralidad o sea que me lo pedía el cuerpo y no entro en arrepentimientos, pues fué una etapa necesaria en mi vida, pero si entro en las formas. Quiero decir, que cuando se quiera decir cosas de mucho peso o que puedan hacer mucho daño, ahora, creo que es más conveniente pasarlos por el filtro del tiempo y eso matizaria o tamizaría  las cosas.

                             Repito que lo dicho dicho está y no tengo remordimientos, pero si tengo la sensación de lo que dije lo pude decir de otra manera. Vamos que ahora, y en éste momento, lo diría de una forma distinta. Lo diría igual, pero sin salidas de tono, sin caer en los desprecios e insultos y haciéndolo con el máximo respeto. Al fin y al cabo, yo me culpabilizaba de como se desarrolló esa relación, pero sobre todo, la culpabilizaba a ella y ahora lo veo igual, sólo que considero que si hay algún culpable soy yo y soy yo con todas las consecuencias. Está claro, que uno tiene una relación porque quiere, nadie le obliga a tenerla y si tuve grandes dudas de ella, de la relación, pues yo fuí el culpable de no resolverlas en el momento que tocaba.

                          Claro que, no sólo eran dudas, había muchos más componentes: había celos, había paranoias, había alcohol a espuertas, había desmadres inclasificables, había miedos, lloros y angustias y todo esto mezclado, es una bomba de relojería. Y así fué, cuando explotó dentro de mi cabeza, aunque ya habían pasado más de 20 años, fué brutal y esa brutalidad la transmití en lo que le escribí. Estoy aprendiendo muchas cosas, y aunque parezca mentira a mis 57 años, me doy cuenta que aún tengo que aprender muchas más y lo más importante de todo, es darte cuenta tú mismo de tús propios errores. Ahora la relación con ella se ha ido al garete, era una relación distante y fría, era una relación contenida y tensa, como si tuviera pendiente de soltar toda esa carga emocional y que tenía bien guardada y después de lo que dije, sé que ya no hay manera de recuperarla. Y es eso, es contraditorio lo que yo siento, pues se que lo tenía que decir y de eso no me arrepiento, pero lo tenía que decir de otra manera, eso lo admito y espero corregirlo. De momento sólo puedo decir, que  siento haber sido tan cruel con ella.

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JULIO CORTÁZAR