Nos pasamos la vida buscando nuestra identidad, algo que nos defina
como personas y que a la vez nos diferencie de los demás. Y yo no soy la
excepción de la regla, soy uno más, soy un buscador de mi identidad. Es
como ese buscador de tesoros que se pasa la vida removiéndolo todo y
para ello se adentra en todo tipo de parajes y situaciones. Somos así
los seres humanos, y somos por tanto predecibles: nacemos, vivimos y
morimos y siempre perseguimos lo mismo, saber quienes somos. Yo no sé
cuando comenzó esa necesidad, supongo que empezaría en la adolescencia,
que es cuando uno persigue, el saber quién es y ahi, es cuando te forjas
tú primera identidad.
Después al
pasar a la Universidad, te vas librando de las capas más molestas y
pesadas y te vas aligerando un poco. Pero salen nuevas contradiciones
que alimentan nuevas preguntas y entonces y sin darte cuenta, tú te vas
transformando y llega un momento en que ya no te encuentras. ¡todo ha
cambiado tanto!, que te encuentras perdido y sólo y sólo ante el inmenso
mundo y perdido entre un mar de dudas.
Más adelante, vas resolviendo alguna dudas, pero son tantas y además
como se presentan dudas nuevas, y a consecuencia de integrarte en el
engranaje laboral. Sí, el trabajo te inunda de dudas y éstas son más
descarnadas y realistas y por tanto hacen más daño. Y tiras como puedes,
pues tú mochila está cada vez más cargada y te vas cansando y aplazas y
aplazas y te vuelves espeso y poco resolutivo y te embadurnas en
alcohol y en todo tipo de drogas, para anestesiar a ese mar de dudas.
En mi caso éste proceso, fué más largo de lo aconsejable y me arrastré
por caminos siniestros y lo que antes pensaba y quería ser, querer ser
una persona noble y sincera, se transformó en un monstruo lleno de
mentiras. De tanto mentir ya no sabía lo que era cierto y lo que no era,
mentía en todos los lados, en el curre, fuera del curre, en casa y
hasta me mentía yo mismo (me autoengañaba). Durante esos años la mentira fué mi compañera de viaje, nunca me abandonó y ni yo a ella.
Al final y al cabo de muchos años, hice mi primer intento de saber que
me pasaba, mi primer intento serio y llegué a escarvar un poco, pero no
lo suficiente o sea que lo avanzado sufrió otro retroceso. Por tanto, al
cabo de unos años más, me tuve que poner el traje de faena y ésta vez
sí, si creo que llegué hasta el núcleo de mi identidad y ahora, en éste
momento aún estoy tirando del hilo y sé que éste proceso ya no se va
acabar nunca. Pero ahora sé que tengo una identidad que me identifica
como persona y por tanto sé lo que yo quiero, sólo me queda caminar
hacia ello o sea ir limando mis aristas con sumo cuidado, pero el núcleo
de mi identidad, ahora ya está conmigo. ¡Ahí es ná!.

No hay comentarios:
Publicar un comentario