Si un día me roban ya sé que no me puedo quejar, pues yo vivo
constantemente con las puertas abiertas. No uso las llaves para nada,
salvo para encender el coche y porque no me queda otro remedio. Son
manías que aumentan conforme te vas haciendo más viejo y es que además,
viviendo así como hasta ahora, no me ha pasado nada. También hay que
decir que vivo en un sitio sumamente tranquilo y aquí los palos son
excepcionales. El otro día me volví loco para encontrar las llaves de mi
casa, hacía meses que no sabía de ellas y por eso de que voy a alquilar
la casa en verano, las estuve buscando. y al final busqué y rebusqué y
no las encontré. Meses después las encontré pos casualidad, buscando
otra cosa me dí de bruces con ellas. Aquí las casas tiene un pestillo
menorquín, que lo aprietas y se abre la puerta y tanto me acomodé al
sistema que no cierro ni cuando me voy de casa, y aunque sea un mes
entero, ni cuando me voy a dormir y al final un día, me despestaré
durmiendo a mi lado al ladrón que entró por la noche.Pero hablo de Menorca y por tanto de sitio tranquilo. El caso es que en Corcubión ya hacía lo mismo y hasta en Chiclana, en teoría con mayor índice de palos. Y no sólo la casa, el coche también me vale. Aún me acuerdo del único palo que tuve en el coche y fué en Cádiz al principio de vivir allí y claro como precedía la fama de sitio palero, se me dió por cerrar el coche y ete aquí, que me reventaron la cerradura de la puerta y la de la guantera. Conclusión, no la volví a cerrar más y ya no hubo más palos.
Ahora estoy presumiendo de vivir sin cerraduras y baste que pavonee, para que me den el mayor palo de mi vida. De todas formas siempre pienso, ¿que se van a llevar de mi casa?. La mesa de billar que no la mueven ni 10 tíos. El tocata, que es grande y ostentoso y muy bueno, pero demasiado aparatoso, como todos los tocatas antiguos. La televisión, que es demasiado pequeña, pero que tampoco sería para mí una gran pérdida. Mi pequeño ordenador, ahí si que me darían fuerte, me dejarían echo polvo. Creo que ya no tengo más de valor, ni para mi, ni para el chorizo, por tanto que puedo perder, pues seguramente que no me fuercen la cerradura. Y en el coche más de lo mismo, no tengo nada de valor y por no tener ni tengo CDs y la radio es una puta mierda pinchada a un palo.
Por tanto yo a seguir con lo mío, que las personas entren en mi casa como si fuera la suya, que no llamen, por favor, al timbre, que entren y salgan y sobre todo que al salir no den portazos, que eso sí que me molesta, las portazos a mi pobre puerta y el sobresalto que me produce su golpeo. A veces pienso que en el fondo lo que a mi me gusta es siempre vivir al filo, que necesito ese estímulo de adrenalina y busco que las situaciones rocen la frontera entre lo lógico y lo ilógico, entre lo legal y lo ilegal, entre la cara A y la cara B y disfruto como un loco, deslizándome por esa fina línea que las separa. Es mi línea de andar por la vida.
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