El futuro ¿quién lo controla?, yo desde luego no lo controlo y eso que tengo
incorporado en mi cerebro una preciosa máquina del tiempo. A veces y gracias a
mi máquina, puedo intuir lo que me va a pasar o sea puedo ver la punta del
iceberg, pero no puedo ver lo que hay debajo. Y eso me da pistas sobre lo que va
a venir, pero el mogollón del asunto me quedo sin saberlo. De todas formas
sabiendo que detrás de una piedra hay una montaña, es cuestión de prepararse
para ello y eso se aprende y se autoeduca. Pero nada es infalible y por mucho
que te prepares van apareciendo las sorpresas. Las sorpresas, las malditas
sorpresas, y son malditas, porque en su gran mayoría suelen traerte malas
noticias. Si son buenas, las integras de manera diferente, y la sorpresa buena
lo tomas como un regalo de los dioses y las malas como un castigo
divino.
El futuro, ¿de qué futuro hablamos?, del
nuestro, del tuyo o del mío o del futuro del universo y ya cuando llego tan
lejos, me disperso en partículas luminosas y al final me encojo y vuelvo a
enrollarme dentro de mi ombligo y a través de mi conducto atrofiado, hago el
viaje inverso o el viaje de regreso y sin darme cuenta, me encuentro de nuevo
donde empecé, en el útero materno. Es una regresión hacia otra dimensión y ésta
regresión la determina el miedo y es que el miedo puede con todo, puede con tús
ilusiones y con tús esperanzas, el miedo te enquilosa y te hace vulnerable, el
miedo, buff!! el miedo, el miedo si que suele aparecer de sorpresa y por eso es
tan difícil cantar victoria y aunque estés en la cima más alta del mundo y todo
lo que tienes a tús pies te parezca ínfimo y pequeño, cuidado, porque un sólo
golpe de viento te puede hacer caer por el
precipicio.
Mi máquina del tiempo funciona
adecuadamente y mis viajes astrales hacia el pasado, me hacen revivir viejos
fantasmas y a mi como al Quijote me toca luchar contra los molinos de viento y
me toca hacerlo a tumba abierta. De mis viajes anterógrados saco muchas puntas
de fantasmas y para verlos de cuerpo entero, tengo que sumergirme de nuevo en
ellos.
Son luchas intestinas, luchas en que repiten viejas ambiciones, pero
ésta vez llego al fondo de ellas y entiendo el porqué se crearon y con esa
precisión de cirujano, voy desgranando el porqué de mis secretos escondidos,y el
porqué de mis miedos y en definitiva, el porqué actué de una forma
determinada.
Al entenderlo el alivio se hace
conmigo, y es que saber porqué hiciste lo que hiciste, es lo más liberador que
hay bajo las estrellas y ver el futuro sin la mochila cargada y pesada por las
angustias del pasado, es sentirse liviano y sin prejuicios predeterminados y así
el futuro es mucho más sencillo. Por eso y para mirar al futuro sin miedo,
primero hay que volver al pasado y liberarte de habilidades aprendidas de
aquellas y abrirte de mente y de alma y si puedes de cuerpo entero y dejar que
entre el aire y que el aire renueve tús comportamientos y ahí si que podrás
mirar hacia el futuro, hacia el futuro incierto.

No hay comentarios:
Publicar un comentario