Se acabaron las fiestas del pueblo y ahora ¿qué hago?, ya no tengo tema
del que hablar y es que me he quedado en blanco satinado. De las
fiestas sólo queda la bocina de los coches de choque:
piriririrí,...piriririrí, que suena de vez en cuando y nada más. Ayer
estuve de guardia y sólo tuve pacientes psiquiatricos, algo pasa que los
altera. Yo llegué a la conclusión, que a falta de vientos fuertes y
persistentes, que aquí toman el nombre de Tramontana, pues tenía que ser
el calor axfisiante y por supuesto la luna llena. Está lalro que la
luna llena excita y excita en todos los sentidos, en el sexual, en el
afectivo y en que dispara las ideas y los pensamientos. Si tenemos en
cuenta que los psiquiátricos ya están previamente disparados, pues un
poquito más, es lo que les pone cariocos. Y ahora en éstos tiempos
negros de tormenta, en que los recortes campan a sus anchas, el tema
psiquiátrico está desquiciado. Es un sector con poco peso social y es
tomado como una losa por los que gobiernan y aprovechan la coyuntura
económica para ir dejando los psiquiátricos en casa.
Un caso curioso que cada vez es menos excepcional. Resulta que nos
avisa un tío y dice que hay una paciente a trastamiento psiquiátrico que
está fuera de sus cabales. Llegamos y me sale el tio que dió el aviso, y
me quiere contar su vida, que si la tia era una malvada, que si estaba
rompiendo cosas en su casa, que el la había acogido en su casa akl verla
que dormía en un cajero y que se la estaba destrozando, etc. Yo con esa
seguridad que dá el ser médico de la puta calle, le escuché de soslayo y
mientras me dirigía hacia la tía para escucharla (hay que escuchr a
todos) y cunado hablo con ella, veo que el tio achanta y no quiere decir
nada, pues me olió a chamusquina. Tiré un poco del hilo de ella, la tía
no era psiquiátrica era una hijo puta redomada, con mala baba,
rencorosa y asquerosa y sobre todo agresiva, pero el tío era lo mismo,
salvo que ra tío y que llevaba barba en cambio de dos tetas y que de
entrada era más suave y ete aquí, que le saco al tio, que el también
está a tratamiento psiquiátrico y que su piso era tutelado o sea él
estaba bajo control y a su vez él controlaba a la tía.
Se le podía poner nombre a éste nuevo sistema de terapia, el psiquiatra
controla a uno y éste controla a otro y así sgue la rueda, no quiero
pensar como cuidará el penúltimo del último. Hasta se lo podía poner
nombre: la cadena psiquiátrica. Y claro ante semejante engrudo, lo mejor
era tomar la vía de Tarifa y hacer que los dos se mojaran o sea
enfrentarlos más y que se acabaran denunciando murtuamente y asi dos
pájaros de un tiro, los dos se quedaban contentos y la atención a ellos
pasaba a manos de la policía, que por supuesto a estos últimos, no les
entusiasmó mi idea.
En éste
caso eran unos impresentables y que de alguna manera como no está
catalogado esa enfermedad, la de ser unos impresentables, pues se les
metió en el saco de la patología psiquiátríca, como a tantos otros.
Pero a lo que voy, cuantos pacientes psquiátricos que necesitan
hospitalización o sea estar en un loquero y con el tema de la crisis,
los están dejando en sus casas y a veces a cargo de personas demasiado
mayores para hacerse cargo de un psicótico o de un maníaco o de otra
enfermedad psiquiástrica de riesgo. Aunque esto ya me suena de hace años
y con el PSOE de Andalucía, que cerraban los psiquiátricos, amparándose
en que eran partidarios de loqueros de puertas abiertas. ¡Hay que
joderse! y encima haciéndose los aperturistas, pero pasándoles el marrón
a las familias. Ya puestos debieron hacer lo mismo con las prisiones,
prisiones de puertas asbiertas y que los chorizos y demás especies
carcelarias a la puta calle.

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