22 DE AGOSTO, DESPERTAR

Jueves 22 de agosto y hoy he dormido como una marmota, nueve horas seguidas y sin interrupciones, lo único malo es que me desperté a las 11 de la mañana y ya se jodió el invento, la mañana tirada`por la borda. Y ahora y casi de sopetón me toca el tema culinario, el  mismo agobio de todos los días, mi cruz penitente y diaria. Quizá una paella y a tomar por culo y claro el consabido gazpacho. Ya está, ya me he liberado y sólo con saber lo que voy hacer, porque mi agobio no es tanto hacer la comida, como pensar en lo que tengo hacer, o sea debatirme entre las dudas de los posibles platos, cansancio mental más que físico.

                                Cuando duermo de más, sueño, y suelo soñar con cosas pasadas y en donde se mezclan personajes de hace mucho tiempo, con elementos nuevos o recientes. Por eso son sueños, son saltos en el vacío del tiempo y parece que no, pero ese juego cansa, es decir te levantas cansado y con sensaciones muy extrañas y raras, sabores rancios con sabores frescos, una amalgama de sabores a tuti fruti . Es la resaca que dejan los sueños, el poso que queda después de removerlo todo. Ahora me debato por despertarme del todo y situar cada cosa en su sitio: eso era parte del sueño y esto es parte de la realidad de hoy en día, desglosar las partes y colocarlas en el lugar que toca y todo regado con abundante café, todo esto hace que mi barco avance y vaya cogiendo el rumbo que debe. El día ya lo empiezo a ver de otra manera, he despejado la niebla y ahora ya veo el cielo y el horizonte. ¡Así que a navegar de nuevo!

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JULIO CORTÁZAR