Tengo un plan A, un superplan, un plan vital y de él depende mi futuro inmediato y más próximo y también el vuestro. Mi plan A es como el plan E del Zapatero, es igual de inútil y de ineficaz, y es de cara a la galería, es por decir que así tengo algo que hacer y podré justificarme ante la sociedad. Pues la sociedad no exige a los bancos que paguen como toca y la pasta que nos deben, se lo exige a los demás y de nuevo me refiero a Zapatero, cuando hablaba de la ciudadanía, pues a esos me refiero a los ciudadanos de a pie y más si eres como yo, productor de ideas o fabricante de palabras fáciles y a veces difíciles, no siempre imaginativas pero si intuitivas, pero un fabricante, de palabrería escrita al fin y al cabo.
Bueno pues mi plan es sencillo de ejecutar y es fácil y agradecido, pues el silencio es su consecuencia y es,... es hacer una huelga de palabras sonoras o sea ser mudos durante 24 horas. Un día en que reine el silencio más absoluto, el silencio de los muertos. Y si no llegan 24 horas, haremos 72 y si tampoco llega, pues 1 mes. Y no sé que conseguiremos, pero si lo que pediremos y pediremos que preferimos el silencio a tanta palabrería, pediremos callar antes que mentir, pediremos que el uso de las palabras tenga su código ético: que para usarlas hay que cumplirlas, pediremos que su mal uso tenga su castigo, en fin, pediremos que se cumpla la palabra, la palabra dada y no sólo la escrita, que su valor real se eleve a nivel judicial y que se pene y se castigue si se falta a ella. Además, os figurais un día sin que nadie te hable y tú no tener que hablarle a nadie, ni contestarle, ni saludarle, sólo un gesto o un saludo mudo, con eso sería suficiente. Como diría el otro: total para lo que hay que decir, más vale no decir nada y para lo que hay que oir, más vale estar sordo. Entonces dos pájaros de un sólo tiro: pedimos y exigimos y al mismo tiempo no tenemos que escucharnos, ni esforzarnos en tener que hablar. ¡Que más queremos!.

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