LA CLANDESTINIDAD - Parte VIII

            De aquellas, en las cárceles había una parte para presos comunes y otra para presos políticos. A mi por lógica, me tocó con los políticos. Los compañeros de "aventuras", nos recibieron con entusiasmo y cariño. Se les veía enteros y contentos, pues a pesar de seguir en la dictadura de Franco, ya se asomaban tiempos inciertos: la enfermedad de Franco, las revueltas en la calle, la incertidumbre del Gobierno. Todo hacía indicar que aquello por algún sitio iba a estallar, que eran días o quizá unos meses.

         
La cárcel en su funcionamiento interno,  se dividía en comunas y cada una tenía su representante. Así el primer día ya nos soltaron el rollo, cada uno su rollo. Había una comuna de etarras y eran tres, que les gustaba estar sólos ellos tres y ni se molestaron en explicar nada, o se estaba con la ETA o no se estaba y si además no eras vasco, pues para que molestarse. Había otra, que era la de los GRAPO, tenía sólo un integrante, que se deshacía explicancándote las virtudes de su comuna y que era la única unitaria y abierta, pero a medida que iba narrando, el mismo se daba cuenta que sólo podía estar él, pues las trabas eran tantas que sólo el las cumplía, aparte del cariño que yo les tenía a los GRAPO.

                                        Despues había la de los revisionistas (el Partido Comunista y los de Comisiones Obreras), éstos eran pocos, pero estaban descartados por principios, eran revisionistas y nosotros izquierdistas, por decirlo de alguna modo, pero era así, en el fondo todo muy esquemático. Con lo que nos quedaba la última, la que decían que era unitaria, abarcaba desde el Movimiento Comunista, al Partido de los  Trabajadores y a la Liga Comunista Revolucionaria (los troskistas), nosotros al ser del Movimiento Comunista, entramos en ésta sin apenas que apenas nos comieran el coco.

                                             Estos días fueron plácidos y tranquilos, de disfrutar y reir a carcajadas, de jugar como los niños, de hacer bromas sin sentido. Todo era armonía y alegría, nos reuníamos para darnos charlas para ver quien se comía más el coco, jugábamos partidos de baloncesto y entre presos políticos y presos comunes, poníamos la radio, Radio Paris, para escuchar los nuevos  partes de la enfermedad de Franco, echábamos partidas interminables a las cartas, mientras hacíamos todo esto, los etarras se dedicaban a vigilar, insultar y amenazar a los carceleros, les ponía su poder, el poder que da el tener armas y ellos disfrutaban con ese juego macabro, no hace falta explicar más su simpleza y su calaña. Además de asesinos, eran como niños encerrados en la Guardería, no paraban de imaginar las posibles vías de escape, y en el como, en que momento y con que medios.

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JULIO CORTÁZAR