FRÍO

                     Hoy si que hace raspa o como también se dice: "cuando el grajo vuela bajo hace un frío del carajo". Día desapacible pero entrañable, día de quedarse en casa y al calor de la lumbre o al calor de otro ser humano. Bueno lo de la lumbre y la casa lo tengo fácil, lo del ser humano, como que no, que va a ser más difícil. El consuelo es que tengo perro y algo de calor también emana, por lo menos para calentar los pies.

                     Es curioso lo de los pies, me refiero a esa necesidad de tenerlos calentitos, yo no soporto la sensación de frío en los pies y eso me pasa más en la cama. Soy incapaz de sobarme con los pies fríos y si hace falta me pongo 20 mantas sobre los pies y ahora que lo pienso, quizá sea herencia de otros tiempos aún más gélidos, por lo menos yo los recuerdo así y eso que era chaval, pero mi infancia la recuerdo con mucho frío. No había calefacciones centrales ni estufas eléctricas, yo sólo recuerdo una estufa de gas butano que daba más olor a gas que dar calor.

                   Y como las camas eran témpanos de hielo, todos las noches calentábamos o mejor dicho hervíamos agua para esa bolsas llamadas de agua y ese era nuestro calentador de cama. Y recuerdo sobre todo la humedad, esa humedad que penetra en tus huesos y que te hace encogerte como un ovillo. Frío he pasado, frío húmedo, pero era lo que había y si te quejabas siempre obtenías la misma respuesta: "Más frío se pasó en la guerra". Y entonces que otra te quedaba, que joderte aterido de frío


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JULIO CORTÁZAR