EL TALÓN DE AQUILES

           


     Y hoy son las tres de la tarde y por fin tengo un rato para mi. Acabé la guardia a las 8 de la mañana y empalmé con otra guardia de avión y ya no he parado hasta ahora. Pero bien, me encuentro bien y con muchas ganas de todo. En el avión me llevé a Palma de Mallorca dos averiados de las coronarias que iban a desatascarlas y de vuelta para Menorca me traje a un viejillo bastante entrañable. El tío venía de que le frieran un poco o un mucho el culo, es decir de radioterapia porque el pobre tenía una Neo o Cáncer de Colon. Era alto y bien parecido y hablador empedernido. Vivía en el campo y también vivía de él y lo primero que me llamó la atención fue su nivel cultural,.pues tenía conocimientos muy amplios. Y como no paraba su perorata, pues poco a poco me fuí enterando de su vida.

                            Resulta que era asturiano y que se había escapado de casa con 9 años ya ya no volvió, decía que porque su padre lo molía a palos y desde esa se buscó la vida y curró cuidando vacas hasta los 12 años en que trabajó de minero y trabajó en la mina hasta los 32 y que por casualidad vino de vacaciones a Menorca y decidió quedarse aquí y aquí ejerció de campesino y hasta ahora. Era rompedor y presumía de ser historiador, pero historiador crítico y hablaba con mucho conocimiento de causa. El tío despachaba con seguridad, como subido en un púlpito y yo pensado para mis adentros, si yo llego a su edad me gustaría ser como él, así de seguro y algo.subidete a la parra.

                           Pero a veces la cabeza te traiciona y sin darme cuenta, estaba intentando indagar en su punto débil o sea tenía curiosidad por saber cual era su talón de Aquiles, pues todos absolutamente todos tenemos algo que no funciona como debe o como debía. Le tiré del hilo y me comentó que ahora veía de vez en cuando con una amiga y eso aún me dio más envidia. ¡Joder! que más se podía pedir, vivir sólo a los 85 años y en medio del campo y tener una amiga con la que se veía periódicamente. le pregunté si tenía hijos y me dijo si, le entendí que dos hijas y sin decirle nada, siguió hablando.

                          Él había estado casado y posteriormente se separaron y las hijas como las había educado la madre y eran del mismo palo de ella, pues él prefirió que se fueran con la madre y esto lo dijo sin pestañear y con una mirada fría y casi cortante. Concluí que el viejo no tenía ni el mínimo remordimiento por ser un fracasado como padre y después de tantos años sin verlas, no le temblaba ni el pulso ni la voz, no le temblaba nada. Entonces entendí que sí, que ese era su Talón de Aquiles. Un viejo enrollado y  culto e independiente y sin ninguna conciencia de haber sido un mal padre, lo dicho, todos tenemos nuestro Talón de Aquiles

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JULIO CORTÁZAR