SIR PAUL MCCARTNEY

                     Paul McCartney sale de nuevo de sus cenizas y saca un disco nuevo y me refiero al disco, no a él. Él sigue por soleares, cantando y cantando sin parar y resucitando cual Ave Fénix de sus cenizas cenicientas. Es mucho éste tío, es empalagoso hasta decir basta y sigue con su cruzada de que el fue mejor que el otro, que el Jonh Lennon, su gran rival eterno (o eso piensa él)..

                     Pues nada, un tío forrado de pasta y hasta las cejas, va y le da el arrebato de orgullo pueril e infantil de que yo soy mejor que el otro, que por cierto es fácil reivindicarse cuando el oponente ya está fiambre. Pero bueno, cada uno tiene su punto de locura y si a éste guapo que fue y ya no es, pues ahora es una estalactita con peluca, le da por querer ser el dios del rock y del universo entero y aunque sea a base de cargarse a su anterior compañero, si el lo siente y lo siente así y lo pide y lo dice y lo reclama, ¿quién soy yo?, para llevarle la contraria.

                     Que siga produciendo, componiendo y cantando,  y que siga en la línea de sus canciones matracas dulzonas y meloneras ( equivalente a melódicas azucareras), que así en cambio de reivindicarse, todo dios se dará cuenta, de que se le ve el plumero o sea que todo lo que hace, lo hace por puta envidia. Me pregunto si puede ser tan fuerte la soberbia Y si puede serlo para que un tío millonario y supereconocido (hasta tiene el título de Sir, que podía ser de Surf, que me suena mejor), necesite semejante dosis de autoestima, pues al parecer si la necesita y eso yo no lo entiendo. Pero quién soy yo para decir nada, yo soy un paria que no sabe de nada y si Sir quiere, simplemente se le obedece y se le entiende.

                     Y mira que lo intento, pero creo que nunca lo entenderé, pues yo nací en Vigo y no toqué nunca la guitarra, ni siquiera toqué la bandurria y menos fui una estrella divina venida a menos, simplemente porque siempre fui una mierda y una mierda no es una estrella o eso creo. Y eso es lo que pasa, que si no soy una estrella ¿como voy a entender el comportamiento de un divino, pero divino de verdad, de verdad auténtica?.

   P.D.: Yo en concreto y en homenaje a él, llevo en mi yate transoceánico el careto de Sir Paul y lo llevo de mascarón de proa y todo porque sé, que su careto dura  tanto como él y que no se arruga ni con temporales ni tempestades ni con el espectro de Elton Jonh, otro personajillo de la corte celestial. Que por supuesto otro día hablaré de él.


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JULIO CORTÁZAR