LA CADUCIDAD

Yo sé que debajo de mi piel y a la altura de mi nuca llevo puesta la fecha de caducidad. Es un sello que lleva la fecha de nacimiento y la de caducidad y no sólo yo la llevo, la llevamos todos. Pero una cosa es saberlo y otra muy distinta es querer descubrirla. Pues yo en éste aspecto prefiero ser un ignorante y un iluso, prefiero engañarme y así poder pensar que la caducidad depende de uno mismo y claro y también de las circunstancias, pues no es lo mismo estar viviendo en medio de una guerra, que en una playa del Caribe.

De todas formas es curioso esa manía o costumbre que hace juntarse a las personas que nacieron en el mismo año, porque en realidad sólo les une la fecha y punto y bueno, que a lo mejor coincidieron en el mismo curso, pero normalmente no hay una relación estrecha, sólo hay una fecha. No logro entender ese tipo de evento, pues que vas a contar, ¿que tienes hijos y nietos? y ¿qué más?. Bueno si, el recuento anual de bajas, ir contando los que se van quedando fritos por el camino. Y a lo mejor es eso lo que realmente los une, el que aún siguen vivos y que de cada vez son menos.

 Ya sabéis que a mucha personas les reconforta la pérdida ajena y más si es de su misma quinta y entonces se crecen,  se  crecen por ser supervivientes. Por tanto la mayor parte de las conversaciones giran sobre las bajas y sobre las desgracias del que no pudo venir, pues se ha divorciado y está hecho puré o el otro que se arruinó, porque siempre fue así, ya nació en la ruina y ¡él que se creía!, pero eso sí, pobrecito de él. Y ya el que está hablando, coge el hilo y va directamente al grano, y porqué a mi en cambio, me va todo viento en popa y a toda vela y se proclama el mejor, el mejor de todos. Lo malo es que todos los comensales se creen importantes y sólo están allí para darle más brillo a su propio ombligo.

No sé porque esto consuela, no lo entiendo, pero está claro que así funciona. El que está jodido de verdad no acude a éste tipo de eventos, porque allí no se va a contar las propias miserias, se cuentan las ajenas y ya está. Se hay que contar algo de uno mismo, tienen que ser victorias y grandezas y aunque muchas sean mentiras. Como se dice, hay mucha gente que vive del cuento y aunque estén podridos por dentro, siempre dirán lo contrario y por tanto tienen siempre el mismo lema: ¡estoy mejor que nunca!, y pensando hacia sus adentros, y por tanto mucho mejor que vosotros, que ya estáis viejos y decrépitos...........

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JULIO CORTÁZAR