Presiento que tras la noche vendrá el día más largo, al alba, al alba....Bonita canción de mis tiempos ya antropomórficos. Y allí en la era cuaternaria erase un vez que... Que hubo un niño que salió de un útero materno y cuando abrió sus ojos, lo que vio, no le gustó, pero ya era tarde para darse la vuelta. Así que el niño no tuvo otro remedio que tener que crecer.Y en cada día de su tierna y tierna por ni decir otra cosa, infancia y llegada casi la noche, siempre tuvo el mismo pensamiento, quería volver al útero materno. Echaba de menos la placidez de las aguas uterinas, sus movimientos, su calidez envolvente y sobre todo, el sentirse protegido. Con el paso del tiempo fue adaptándose al nuevo y agresivo medio, al mundo. Él y bajo esa mirada tierna que se supone que tiene un niño, no entendía nada, no entendía que si uno nace es para disfrutar de la vida y no para vivir en un mundo de gritos, dolores y sinsabores.
Cuando el mundo exterior le resultaba demasiado agresivo, el se refugiaba dentro de su útero materno figurativo y allí creaba su mundo de fantasía. Prohibía el maltrato y las peleas, abolía la miseria y las penas y suprimía la opresión de la faz del mundo. Un mundo mágico cargado de sentimientos y sensibilidad y donde no existía el fuerte o poderoso que disfruta de esa sensación, ni el gobernante con sus aires de don nadie. Sólo quietud y juegos, sólo bonitas y dulces palabras, sólo sensaciones de placer.
Con el paso de los años, su mundo mágico se iba haciendo más pequeño, ya se sabe, menos tiempo, más preocupaciones, malas notas. Pero que fuera más pequeño no quitaba que fuera más intenso, como si se hiciera más concentrado. Y ahora y después de tantos años, ese mundo sigue existiendo y sigue siendo igual de mágico y es que además se hizo su única válvula de escape. Los años dicen que no perdonan, pero no es verdad, no perdonan a los que se han rendido, a los que llevamos la cabeza bien levantada, nos queda mucha cuerda de nuestro mundo mágico o lo que es lo mismo, nos queda mucho por soñar. Y además, es lo único que no nos pueden quitar o prohibir, ¡ El seguir soñando!.
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