Otro día ramplón y tirando a gris y es gris tirando a negro y es negro de cabreo. Es de esos días en que te levantas cabreado y no sabes el porqué, aunque quizá tenga que ver con que dormí fatal y después viene que te levantes tarde y empanado. Si señores es un día gris, gris como el cielo, gris como la acera gris y estoy profundamente cabreado. En principio, el cabreo lo diriges a todo lo que se menea, se mueve y tiene un asomo de vida. Después, ves que ya te pasas dos o tres pueblos y es cuando empiezas a pensar que algo no funciona. O sea que viene la tercera fase, la fase de verte al espejo.Y el espejo acaba de decirme que me mire más a fondo, pues mi cabreo es hacia mi mismo. Por tanto saco la conclusión que cuando uno se siente cabreado con el mundo es porque está cabreado consigo mismo y después simplemente se cabrea con los demás. Me di cuenta de ello, porque en el transcurrir del día, me pasé con mi hijo pequeño, el pobre solo quería hacer lo que le daba la gana o sea divertirse, pero..., pero no supe darle una alternativa, solo le brindé mi estúpido cabreo.
Si a veces las cosas más estúpidas se retuercen, o bueno y mejor dicho, tú las retuerces y lo simple se hace complicado. Con lo simple que era darle al aburrimiento de mi hijo una salida, y decirle hijo, ¡hoy vamos al cine! o coge el balón y nos vamos los dos a jugar un partido de fútbol. Pero no, no me salió eso, me salieron cuatro gritos desfasados. No sé, pero a veces pienso que uno burocratiza su vida, poco a poco y sin darse cuenta y se agarra a sus rutinas como un salvavidas. Y yo en el fondo, lo que no quería era tener que renunciar a sentarme aquí y ponerme a escribir.Bueno visto lo escrito, creo que aún estoy a tiempo de rectificar y de cambiar la cadencia del día y ganarme de nuevo a mi hijo. Veis éstas cosas buenas tiene el escribir, que a medida que ordenas los pensamientos de tu coco te vas dando cuenta que todo y absolutamente todo se puede cambiar y mira por donde aún estoy a tiempo. Aclaro que mi hijo pequeño no tiene nada de resentido y aunque no lo llevara al cine o a jugar al fútbol, yo ya sé que estoy perdonado. Pero lo que es el arrepentimiento, pues te das cuenta que ahora soy yo el que necesita perdonarme y para ello necesito ver a mi hijo más contento. O sea que me voy al cine y punto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario