Luce el sol en ésta Isla y también luzco yo, y no sé quién de los dos más luce más, pero bueno, al parecer estamos entonados y los dos lucimos como dos estrellas del firmamento o sea somos dos astros, el sol ya lo era y ahora acaba de nacer otro nuevo astro, que soy nada menos, que Yo. Ahí es ná y como no tengo abuela, me tengo que piropear yo solito. De momento soy un astro un poco atontadete, pues hoy aún me falta un punto de ebullición, pero todo se andará, seguro.
He decidido ir a la compra ahora, tempranito y cuando el sol no aprieta. Primero a la Pescadería e iba a decir a comprar pescado y ¡qué atontado estoy!, no te jode voy a ir a comprar carne a una pescadería y deme un solomillo, ¡señora! y en forma de mejillón y a ¿cuanto está la docena?. Y hoy voy a hacer paella, rica paella y para todos menos para uno, al que no le gusta la paella. Siempre tiene que haber una excepción a la regla. Y a éste le haré un filete a la plancha y arreando que es gerundio.
Bueno, ya está hecha la compra y ha pasado una hora y cuarto. Y yo con mis manías de medir el tiempo, si aquí en donde vivo no existe el tiempo o por lo menos no existe para hacer la compra. Cuatro personas en la frutería y por rigurosa cola y ahí se va más de media hora. Qué tranquilidad rezuma la gente y espera que me faltan dos ajitos y vuelve a esperar que me falta un pimiento y pónme y saca y ahora me pongo a contar los céntimos que tengo en la cartera, pues ya sabes chiquilla, que a mi gusta guardar los céntimos y bla, bla, blá y bla, bla, blá. Y yo negro en la puta cola.
Y en apenas doscientos metros que tuve que andar, creo que batí el récord de saludos y de holas, y de adiós y de adeus y de hasta luego y demás variantes y claro, el inefable, ¿qué tal?, ese que siempre me saca de quicio. Es un pueblo y yo lo quiera o no, soy un médico y ya llevo unos años en éste pueblo y es inevitable que me saluden hasta las ratas y las lindas cucarachas y que por cierto, ya empiezan a asomar su cabecita. Va ser verano cucarachil, pues si ya empiezan ahora a enseñar sus lindos cuerpecitos, cuando llegue el verano y por tanto,el calor, serán millones de ellas dorándose al sol. Quién sabe si al final tomarán el poder y entonces seremos nosotros los bichos raros.
He decidido ir a la compra ahora, tempranito y cuando el sol no aprieta. Primero a la Pescadería e iba a decir a comprar pescado y ¡qué atontado estoy!, no te jode voy a ir a comprar carne a una pescadería y deme un solomillo, ¡señora! y en forma de mejillón y a ¿cuanto está la docena?. Y hoy voy a hacer paella, rica paella y para todos menos para uno, al que no le gusta la paella. Siempre tiene que haber una excepción a la regla. Y a éste le haré un filete a la plancha y arreando que es gerundio.Bueno, ya está hecha la compra y ha pasado una hora y cuarto. Y yo con mis manías de medir el tiempo, si aquí en donde vivo no existe el tiempo o por lo menos no existe para hacer la compra. Cuatro personas en la frutería y por rigurosa cola y ahí se va más de media hora. Qué tranquilidad rezuma la gente y espera que me faltan dos ajitos y vuelve a esperar que me falta un pimiento y pónme y saca y ahora me pongo a contar los céntimos que tengo en la cartera, pues ya sabes chiquilla, que a mi gusta guardar los céntimos y bla, bla, blá y bla, bla, blá. Y yo negro en la puta cola.
Y en apenas doscientos metros que tuve que andar, creo que batí el récord de saludos y de holas, y de adiós y de adeus y de hasta luego y demás variantes y claro, el inefable, ¿qué tal?, ese que siempre me saca de quicio. Es un pueblo y yo lo quiera o no, soy un médico y ya llevo unos años en éste pueblo y es inevitable que me saluden hasta las ratas y las lindas cucarachas y que por cierto, ya empiezan a asomar su cabecita. Va ser verano cucarachil, pues si ya empiezan ahora a enseñar sus lindos cuerpecitos, cuando llegue el verano y por tanto,el calor, serán millones de ellas dorándose al sol. Quién sabe si al final tomarán el poder y entonces seremos nosotros los bichos raros.
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