Hoy si pudiera intercambiar mi cabeza con alguien, lo haría sin pensarlo dos veces. Ofrezco mi cabeza llena de ideas, por otra que carezca de dolor, y me vale hasta la cabeza de cualquier atontado. Total con dolor de cabeza, eres un inútil, eres un saco de mierda, eres un zombi en pleno mono. Y no sigo, porque cuanto más insulto, más me duele, pues ella también su punto de orgullo y se venga de mi, latiendo con más fuerza. Un san Ibuprofeno y un poco de Coca Cola y al carajo el dolor de cabeza.
Santa receta la mía y lo de la Coca Cola no tiene nada que ver con la cefalea, pero aprovecho y me echo un traguito que me gusta mucho ese brebaje y además dicen que con la Coca Cola te crece la pirola y yo por si es verdad, la bebo de continuo. En realidad cuando estamos o nos sentimos malos, somos carne sufriente y quejosa y ay! me duele aquí y ay! no me toques que me sube la bilirrubina y después cago fatal. Ñoñerías, todo son putas ñoñerías o todo son llamadas de atención.
Porque si realmente te duele algo, pues es muy sencillo, quédate en casa y en la cama y ya está. Pero sin quejarse el ser humano no vive, hay esa necesidad de sentirse víctima, del pobrecito de mi que mal estoy o que mal me encuentro y de sentirse el centro de la tribu, aunque sea por un momento tienes esa necesidad de dar un poco de lástima. Yo a veces pienso que debía construirme un búnker subterráneo y no salir de él hasta que me encuentre en mis cabales y por supuesto, sin un asomo de dolor de cabeza.
Santa receta la mía y lo de la Coca Cola no tiene nada que ver con la cefalea, pero aprovecho y me echo un traguito que me gusta mucho ese brebaje y además dicen que con la Coca Cola te crece la pirola y yo por si es verdad, la bebo de continuo. En realidad cuando estamos o nos sentimos malos, somos carne sufriente y quejosa y ay! me duele aquí y ay! no me toques que me sube la bilirrubina y después cago fatal. Ñoñerías, todo son putas ñoñerías o todo son llamadas de atención.
Porque si realmente te duele algo, pues es muy sencillo, quédate en casa y en la cama y ya está. Pero sin quejarse el ser humano no vive, hay esa necesidad de sentirse víctima, del pobrecito de mi que mal estoy o que mal me encuentro y de sentirse el centro de la tribu, aunque sea por un momento tienes esa necesidad de dar un poco de lástima. Yo a veces pienso que debía construirme un búnker subterráneo y no salir de él hasta que me encuentre en mis cabales y por supuesto, sin un asomo de dolor de cabeza.
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