EL YIN YANG DEL ASUNTO

En definitiva esto es difícil de calibrar y con esto me refiero, a todo. Calibrar si estás en un buen o mal momento, calibrar si te  quedas corto o te has pasado dos pueblos, calibrar si lo dicho ha o no ha merecido la pena, calibrar si eres fuerte o débil, calibrar tu grado de sinceridad, tú honestidad, tú punto de dulzura, tú entusiasmo, tus ganas de ganar o vencer o de triunfar. Nos pasamos la vida, calibrando. Y hasta ahora solo mencioné ejemplos de calibrarse uno mismo, por lo tanto, quedan las calibraciones exteriores.

Qué éstas ¡ya son la hostia!, pues van desde valorar a los demás como personas, hasta el valorar a tu entorno y si nos tiramos el moco, hasta calibrar al resto del mundo y todo eso y todo eso..., sólo con el poder de nuestra mente. En el fondo somos todopoderosos, tenemos el poder del rayo, el rugido del trueno y la luz del relámpago y a pesar de tener ese poder infinito, vamos y nos quejamos. Claro que dentro de todo poder está la esencia de lo contrario, esa que sirve de motivo y causa para desarrollar ese poder.

Y dentro de los bueno está lo malo y dentro de lo malo está lo bueno. ¿Sé entiende el yin yang del asunto?. Porque si no se entiende más vale el volver a andar a gatas y empezar de nuevo el ciclo vital, porque seguro que algo se ha quedado por el camino y puede que sea una neurona suelta o varias neuronas pilladas por las drogas. De nuevo hay que calibrar, si merece la pena seguir viviendo en estado de empanado o volver al estado embrionario. Lo dicho, nos pasamos la vida calibrando.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

JULIO CORTÁZAR