LAS MENINGES

De tanto mirar hacia el suelo, de tanto buscar algo de valor por las aceras, me duele el cuello y más me duelen los pensamientos que llevo dentro. Me escuecen, me pican, me irritan la suave película que recubre mi cerebro y que algunos llaman, Meninges. Tengo Meningitis aséptica  o sea que mis Meninges se han inflamado no por bacterias ni por virus, sino por una causa mecánica. Y supongo que el peso de mi cerebro influirá, pues pesa más mi cerebro que el resto del cuerpo.

Y no hablo de volumen, porque sino simplemente sería un puto cabezón, hablo de peso en kilos. O me pesa el cerebro o me pesan los pensamientos o las dos cosas. Aunque ahora también me pesa la vida, me pesan los malos recuerdos, me pesan los momentos mejores, me pesa lo entrañable, lo sincero, la rabia, las penas, los lloros, los amores perdidos, las tardes contemplativas, los insomnios prolongados, las pastillas, el alcohol, las drogas ilegales, las mezclas de todo un poco y el mañana ya veremos.

Todo eso, tiene su peso. Algunos también le llaman, tener bien cargada la mochila, la mochila de andar por la vida. Bueno, pues yo ya la vacié en cantidades y en toneladas, ya me he explayado, ya he soltado mierda, sapos y culebras y aún así, vuelvo a tener ese gran peso cerebral. Espero que esto no esté viciado y padezca del efecto rebote: cuanto más me vacío de pensamientos, más se me llena la cabeza con ellos. Bueno el consuelo es que..., mientras haya pensamientos, hay vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

JULIO CORTÁZAR