LOS VECINOS

Ya sé que a veces me columpio en el jardín del vecino, pero para eso tengo vecinos, para columpiarme en su jardín y para que además, ¡se jodan!. A los vecinos ni agua, a los vecinos mientras ejerzan sólo de vecinos, les puedes saludar cada mañana, pero si ya tienen hijos y descendencia dispersa, empiezan a pensar que su casa es lo más importante y entonces es mejor que dejes de saludarlos y porque sino un día se meten en tú casa a merendar y exigiendo las mejores viandas.

Primero, los vecinos son tus enemigos y por tanto, no valen los Pactos de Toledo y la reconciliación ecunémica. Segundo, los vecinos son bichos insaciables y si un día le das un trozo de pan (ese del que te ha caído al water), al día siguiente, te pedirán un Rosco de Reyes y recién comprado. Tercero, los vecinos son espías y hacen agujeros en tus paredes o te roban la línea del internet  y se pajean con las páginas porno más guarras. Cuarto, los vecinos te ofrecen una mano si estás en apuros y cuando se la coges por gilipollas y por buena persona, van y se limpian su culo con tu mano.

Los vecinos son como moscas cojoneras, son como granos en el culo, son polvos interruptus, son seres malolientes, son seres asquerosos y además hablan igual que las cucarachas. Sus chasquidos, su batir de alas, sus polvos mañaneros, se oye a través de la paredes y eso te hace recordar, que los humanos somos tan espesos como los mocos.

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JULIO CORTÁZAR