¡QUÉ PENA DE VIDA!

Después de un largo paréntesis aquí estoy de nuevo. He volado, porque tenía que volar y además he volado dos veces. Si lo sabía yo, pues con el solo hecho de mencionar que estaba de guardia de avión y que había tenido la suerte de no tener ningún aviso, sólo con eso, el Demonio o quién sea o como se llame, se ha mosqueado conmigo y me mandó dos veces a la Isla vecina o a la Isla grande, que se llama Mallorca. Y venga a volar que es muy bonito y precioso y mira que los pobres pacientes eran como para levantar el ánimo a un deprimido.

Dos pobres desahuciados, dos pobres ya muertos antes de tiempo. El que llevé primero, tenía 40 años y una papa en el coco que no veas y en el sitio casi peor del coco, en pleno Cerebelo y yo sin querer hacer más preguntas, porque en el fondo desconfío de los pronósticos y tratamientos de algunos elementos médicos, desconfío porque algunas veces son carne de cañón para los experimentos y vamos a ver como funciona éste último medicamento y si le extirpamos medio Cerebelo, veremos como reacciona antes de quedar fiambre. Y con ello iremos sacando conclusiones para la Ciencia de la puta mierda.

La segunda paciente también era joven, alrededor de 50 años y tenía otra papa en los pulmones con metástasis por todos lados y a ésta pobre señora la llevábamos para que la frieran un rato con radioterapia, Radioterapia paliativa le llaman, que consiste en quemar la gran papa que tenía en sus pulmones, para dejarla más chiquitita y así poder respirar un poquito. Pero de curar nada de nada, porque la verdad, es que mucho bla, bla, blá con todos los avances de mierda de la ciencia y después te encuentras impotente ante la desgracia ajena. A veces todo esto, me hace pensar que trabajo en una funerario trasladando futuros muertos. ¡Qué pena de vida!

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JULIO CORTÁZAR