UN FOROFO MÁS

A pocos y a poquitos empiezo a estar hasta los huevitos. Ya llega de fiestas festivas, ya sobra tanto despiporre de comidas pantagruélicas, de tanto dispendio gastronómico, de tanta mierda suelta entre tantos polvorones somnolientos, de tanto andar a ciegas y haciendo que crees lo que nunca creíste en tu vida, ya está bien de Navidades estelares y de tanto santo apostólico, de tanta familia  podrida y con ese tufillo a gusano rancio. Un poquito hasta hace gracia, un demasiado te produce nauseas y vómitos incoercibles y un término medio, te produce mareos con olor a pedo de pozo negro.

O sea, hasta aquí llegamos o somos lo que somos o no somos nadie y es que en la guerra no existe el término medio, o matas o te matan. Pero la verdadera cuestión es preguntarse, ¿el porqué hay que matarse?. Pero aterricemos sobre la realidad y por tanto, volviendo al asunto que toca en éste momento, hoy es víspera del día de Reyes y yo estoy hasta los huevos de mi existencia. Claro que siempre están tus hijos por delante y que por cierto, ya no se creen que la Virgen fuera bendita, ni que los ángeles fueran asexuados y que los tres Reyes Magos vengan cargados de regalos.

Aunque hay que decirlo todo, con la llegada de los Reyes y con el tema de ver los ojos de mi hijo pequeño llenos de ilusión desbordante, llega para que yo me haga el más tonto de la Tierra y sea el tío más creyente que hay debajo de las estrellas. Vamos, que si hace falta me hago Satánico o me monto una secta divina, divina de divina y divina de la muerte. Si en el fondo de lo que estoy harto, es de tanta fiesta eclesiástica y de tanto puñetero villancico, si todo éste tinglado que se monta se hiciera en silencio respetuoso, menos el día de Reyes en el que es de agradecer el acompañamiento de gritos de niños, yo sería un puto forofo más de la Navidad.

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JULIO CORTÁZAR