Porque la vida me puso una buena profesora, que se llama INTELIGENCIA y me ha enseñado un buen montón de cosas. Por ejemplo gracias a ella he aprendido que si meto mis dedos en un enchufe me quedaré tieso y si voy mojado, me quedaré dos veces. Gracias INTELIGENCIA, gracias. Me he enseñado también que si alguien te produce sarpullidos y escozores, es mejor que no te acerques a esa persona o cosa. Gracias INTELIGENCIA, muchas gracias.Pero lo que no me ha enseñado es a ser más PRUDENTE, que antes de lanzarme al río hay que ver si hay remolinos, de esos que te chupan hacia dentro y si el agua está a la temperatura adecuada, que hay ríos que que en sus entrañas parece que llevan cubitos de hielo. Y es que veo una avalancha de nieve y pienso que es Copito de Nieve que viene a buscarme para jugar conmigo y me lanzo hacia sus brazos como un loco. Dicen que la prudencia es la madre de la ciencia (es la paciencia, pero tenía que cuadrar el círculo) y paciencia y prudencia van juntas muchas veces.
Sé prudente y no conduzcas cuando estás beodo, también dicen. Sé prudente y no mires a los ojos de la gente..., porque mienten, porque mienten..., decía la canción de mis tiempos. Sé prudente y antes de lanzarte al vacío ponte el casco (que después cuesta un huevo sacar las manchas que dejan los trozos del cerebro), decía una campaña de seguridad vial. Sé prudente y hasta que no veas a un ciego, no aceleres, decía una campaña anti droga. Claro que aquí se refería a ciego de droga y no a los ciegos que venden cupones. Sé prudente y no te acuestes con nadie que no para de rascarse, pueden ser lindas ladillas que van de liana en liana o de pelo en pelo, como Tarzán.
No hay comentarios:
Publicar un comentario