POR AQUÍ...

Por aquí, por ésta Isla todo transcurre tranquilamente, con esa cadencia tan de aquí, poquito a poco y no tengas prisa. La verdad es que te vas haciendo y ya no vas tan embalado, ya vas a la carnicería y te sientas a esperar el puto turno en que te toca, coges el periódico local y te lees hasta las esquelas y quién coño está de cumpleaños y como y donde lo celebra. Si esto es como una gran familia pero venida a menos, venida a menos por la puta crisis de las pelotas.

Y vas con tu buga y esperas pacientemente a que el capullo de delante acabe de hablar con su colega que va por la acera y como si no se vieran 20 veces en el día el tema se prolonga tres o cuatro minutos y hasta el momento justo en que tú ya estás con un pie fuera del coche, dispuesto a partirle la cara y a pisarle la cabeza. Antes, se lo hubiera hecho en el primer minuto o segundo.

Ahora llega la hora de cerrar y ahí si que entran las prisas y el tío dependiente que estaba tan tranquilo y medio dormido, de repente se pone como una moto y apaga luces y cierra puertas y con todos los clientes dentro del chiringuito. Y si hace falta, te suelta un bufido : ¡es la hora de cerrar, abrimos a las 5!. Pero coño esa misma energía que el tío tiene para echarte, ya le debía tener antes, para atenderte. Pero bueno debe ser cosa que los aborígenes de la Isla tienen en su ADN, lentos menos para ir a comer. 

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JULIO CORTÁZAR