A LOS ENEMIGOS NI AGUA

Quién carallo piense que yo estoy amargado, pues lo siento mucho y porque está muy equivocado. Cada uno es muy libre de pensar lo que quiera, pero hasta un punto y una coma y ese punto y esa coma es la de mal interpretar mis pensamientos. Ni estoy amargado, ni nunca lo estuve, estuve jodido y muy jodido y ahora estoy bien y mejor que nunca, pero nunca llegué a ese extremo tan fuerte o por lo menso no viví dentro de ese estado. Sí, que lo toqué y lo rocé a veces, pero tanto o tampoco como se puede rozar de vez en cuando a la felicidad. Estar jodido o muy jodido tiene un pase, pero a estar amargado y resentido, creo que hay un abismo.

Y perdido también estuve y estuve muy perdido y tanto me perdí que me costó un huevo el volver a encontrar el camino. Pero también estuve del carajo y feliz como una perdiz. O sea que en definitiva,  pasé por todos los estados del ánimo, menos por el del amargamiento. Bueno, estúpido nunca lo fuí o imbécil de rechupete o descerebrado y amorfo, que también son estados que hay entre la fauna humana. Que yo recuerde y ahora juro que recuerdo muy bien (salvo las películas) tampoco fuí retorcido, fuí y lo soy raro y extraño, pero de esa forma o manera tan mía y que por tanto me dice: tú Bruno eres un tío raro y cuando en realidad están pensando que estoy loco y que me faltan 4 tornillos.

La verdad es que no se atreven a decirmelo en la cara y porque saben que les van a caer unos cuantos improperios. Esto último me gusta, me gusta que me tengan respeto y que tiemblen un poquito y que antes de decirme nada, que se lo piensen dos veces o tres o cuatro. Me gusta tener esa sensación de poderío, pero sólo tenerla con los que van de víboras o de serpientes venenosas. Con los demás no, con los demás me gusta ser iguales y les abro hasta mi propia casa hasta la cocina y si necesitan lo que sea, yo me preocuparé por gestionarles el asunto. Yo soy gran amigo de mis amigos, pero no lo soy de mis enemigos y a estos ni agua.

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JULIO CORTÁZAR