Pues ¡manda carallo!, ya estamos a día 24 de Noviembre y queda exactamente un mes para Nochebuena y toda ésta velocidad supersónica ¿a qué viene?. ¡Joder!, no se podía parar un poco la máquina del tiempo y así nosotros, los humanos, nos daría tiempo a saborear cada estacíón hasta su último suspiro. Pero no, pues el que lleva el mando de todo el tinglado universal tiene su propias medidas del tiempo y cada hora humana para él es un simple minuto y cada día nuestro es una hora celeste y así vamos, acortando vidas y acelerando los años. Pues yo hoy me voy a parar un rato y me voy a conceder un minuto de silencio, de silencio silencio, que es el más parecido al silencio de los muertos.
Porque hay muchos tipos de silencios. Hay el silencio de la Noche, que parece silencio pero en realidad no es silencio, porque hay muchos tipos, como yo, que con nuestros ronquidos rasgamos el silencio de la noche y ya no hablo de mi vecino el grasiento de beicon, pues ya no son ronquidos son los estertores que preceden a la muerte, pero para mi desgracia, ésta nunca se produce. Hay en silencio de los meditadores y que para que produzcan alguna idea, tienen que estar en escrupuloso silencio. Les gustan las cavernas profundas y solitarias y eso supone, que tienen que estar alejadas del mundanal ruído.
Hay el silencio después de un buen polvete y que se suele acompañar de un sabroso y voluptuoso cigarrillo, pero eso sí, tiene que ser después de un buen polvete, porque uno malo no se celebra y menos en silencio. Después de un polvo mal echado, esperas por ejemplo, unas palabras de consuelo, a saber: no te preocupes que no lo hiciste tan mal, a mi no me importa no llegar al orgasmo e insiste, no lo hiciste tan mal y es que pudo ser peor.... Pero tú ya te has quedado gripado, no arrancas ni apagas los motores y porque por la cabeza sólo te pasa una idea o un deseo: "dáme una segunda oportunidad" y entonces nena, ya verás lo que es un hombre de verdad. Pero el segundo polvo, es un polvo en diferido o sea, el primero es en puro directo y el segundo está lleno de intenciones y con sólo las intenciones no se echa un buen polvete.
Porque hay muchos tipos de silencios. Hay el silencio de la Noche, que parece silencio pero en realidad no es silencio, porque hay muchos tipos, como yo, que con nuestros ronquidos rasgamos el silencio de la noche y ya no hablo de mi vecino el grasiento de beicon, pues ya no son ronquidos son los estertores que preceden a la muerte, pero para mi desgracia, ésta nunca se produce. Hay en silencio de los meditadores y que para que produzcan alguna idea, tienen que estar en escrupuloso silencio. Les gustan las cavernas profundas y solitarias y eso supone, que tienen que estar alejadas del mundanal ruído.
Hay el silencio después de un buen polvete y que se suele acompañar de un sabroso y voluptuoso cigarrillo, pero eso sí, tiene que ser después de un buen polvete, porque uno malo no se celebra y menos en silencio. Después de un polvo mal echado, esperas por ejemplo, unas palabras de consuelo, a saber: no te preocupes que no lo hiciste tan mal, a mi no me importa no llegar al orgasmo e insiste, no lo hiciste tan mal y es que pudo ser peor.... Pero tú ya te has quedado gripado, no arrancas ni apagas los motores y porque por la cabeza sólo te pasa una idea o un deseo: "dáme una segunda oportunidad" y entonces nena, ya verás lo que es un hombre de verdad. Pero el segundo polvo, es un polvo en diferido o sea, el primero es en puro directo y el segundo está lleno de intenciones y con sólo las intenciones no se echa un buen polvete.
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