PULPO ATLÁNTICO

Bueno, pues poco a poco vamos alcanzando al Verano y ese pensamiento me pone de los nervios, claro que ahora, estoy más preparado que antes, ahora tengo mi máquina infernal instalada, la del aire acondicionado y para conservarme fresco y reluciente. Vamos, que yo llegado el verano, me encierro a cal y canto y en mi bat cueva. ¿Y ahora?, pues ahora, también, pero digamos que de vez en cuando aún asomo la cabeza y ya quisiera yo tener más tiempo y más espacios y más todo y salir a darme una vuelta y bañarme en el mar mediterráneo, aunque los de bañarme no lo llevo tan bien y supongo que será porque el agua me recuerda al agua de mi Atlántico y eso significa, frío y temblores.

Es como si tuviera alergia al agua y creo, que ya es tarde para poder cambiar de planes. Bueno, quizá cambie de planes cuando me enamore de una sirena y porque ya sabemos que el amor hace estragos todos tus planes. Y una dulce sirena y con sus escamas relucientes y su cola portentosa...y yo nadando a su lado y me supongo que persiguiendo su estela, porque nadando no soy precisamente un pez y soy más pulpo que pez y porque mis manos están llenas de tentáculos y mi boca devora todo lo que ve y quiere.

Es como esos juegos que hacen que te identifiques con un animal y yo claro, soy un pulpo, un puto pulpo atlántico, que cuando algo no le gusta, suelta un chorro de tinta y para que el enemigo se confunda. Pues ya veis, soy un pulpo y soy un pulpo atlántico, porque yo nací al borde del atlántico y ese sello es imborrable. Es que a mi me encanta el mar Mediterráneo, pero...pero...pero el Atlántico es mi océano y a veces, echo tanto de menos sus movimientos de caderas o de mareas, que me pongo fatal o sino, tengo que tirar de mis recuerdos, de sus mareas bajas, de sus olores a algas, de sus grandes olas y de sus maravillosos sonidos...

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JULIO CORTÁZAR