Y éste es mi hotel por dentro, por sus adentros o por sus entrañas y es como trasladarme a los años 20 y si supiera bailar un vals ya estaría yo en pleno salón, mi problema es que no sé bailar un vals, bueno, en realidad no sé bailar, pero eso sí, me encantaría flotar sobre mis delicados pies y al ritmo que marcara la orquesta. Bueno, eso es como lo nadar bien o jugar muy bien al tenis o al baloncesto y porque creo que todos tenemos sueños deportivos, bueno yo sí, salvo el correr y porque no me hace ninguna ilusión el correr mucho.
Siempre he preferido el moverme andando, salvo para los deportes que me gustan. Yo es que admiro a las tortugas y creo que es más, por su perseverancia y constancia, por su caparazón duro y resistente, por esconder su cabeza ante los malos rollos y porque me encanta su belleza ancestral. Yo la verdad es que me vestiría de antiguo: traje y camisa de seda, pantalón ajustado y marcando paquete y sombrero de ala ancha y de medio lado y bueno, si tuviera a Capone a mi lado, ya sería la hostia bendita, porque unas metralletas en nuestras manos nos quedarían de gala.Pero tengamos la fiesta en paz y además, para eso me voy a un Hotel Balneario, para descansar en paz y aclaro y no para morirme en paz. Lo que yo sé, es que llevo mucho tiempo, esperando que inventen de una puta vez la máquina del tiempo y claro, yo pondría: los felices años 20...pero ya me estoy hartando de esperar tanto y por eso, si los años 20 no vienen a mi, yo tendré que ir a ellos y que mejor sitio que éste, que mejor sitio que una piscina decadente, que un balneario herrumboso, que un río pase a su lado, que los jardines sean algo divino, que esté rodeado de parras, de dulces parras de uva y es que si yo pensara en el paraíso, tendría que estar en éste sitio.
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