HASTA EL INFINITO Y MÁS ALLÁ

Es que ni la mala vida es fácil. La mala vida es mala porque se supone que al final te hace daño y yo en éste tema me las doy de catedrático. Más de la mitad de mi vida se la he dado a la mala vida, hábitos tóxicos y viciosos, borracheras inmundas y de perder el sentido, drogas de todas las formas y colores, horarios atroces y anti todo, resacas de tortura inhumana, pesadillas pegajosas y asquerosas y de desayuno, un traguito y para que todo fuera completito. Y ¿cuantas veces?, pues miles de veces y siempre pensando que en esa borrachera encontraría el cáliz sagrado que iluminaría mi vida, pero eso solo lo pensaba al principio, porque después ya daba igual, el cáliz era la botella y mi cuerpo se fundía con ella y juntos éramos un par de payasos sin apenas equilibrio...hasta que claro, llegabas al estado de baboso repugnante y nadie entendía lo que farfullabas y mascullabas, salvo que una raya a tiempo te salvara de caer al suelo y ¿para qué?, pues para seguir bebiendo y mantenerte más o menos en pie unas cuantas copas más.

Y esto, sí que era un rutina, una puta rutina de los fines de semana. ¡Joder! con la búsqueda del Santo Grial. Y todo porque una noche de hace nosecuantos años, te encontraste muy bien en ese estado de borracho y erre que erre y de repente un día, te das cuenta que eres un puto borracho, que no sabes que hacer sino bebes, que te aburres sino bebes, que necesitas estar pasado de rosca para considerarte que eres una persona y como si el alcohol fuera parte de tu sangre, que lo llegó a ser. Y ahora lo ves  y te dices: ¿como podía ser?, pero de aquellas te decías: soy un tío mierda y no conozco otra salida. Y por eso mismo seguías bebiendo y esnifando y fumando y todos los "andos" que se os ocurran y como decía el otro: hasta el infinito y más allá, solo que en ésta historia no había el más allá.

Y la culpa no la tiene el mundo, la tengo YO  y con letras grandes, porque el mundo sigue igual o más de mierda que antes y en cambio ahora no inclino la botella hacia mi boca. Pero el cambio y el porqué, es muy difícil de explicar...porque a todo esto, hubo millones de intentos por el medio y todos fueron un estrepitoso fracaso y hasta que la última vez, alguien o yo mismo, tocó mi fibra más sensible y me hizo valorarme como persona, como lo que soy ahora, con sus más y sus menos, digamos, que he aprendido a quererme, a valorarme y a sentirme bien conmigo mismo y a quién no le guste como soy, le indico amablemente donde está la puerta de salida y a quién le guste como soy, pues le doy la bienvenida y porque juntos seremos más y porque juntos podemos ser compañeros de viaje y ésta vez sí: hasta el infinito y más allá.

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JULIO CORTÁZAR