La apatía me duele,
la envidia me escuece,
la gula me irrita,
la desidia me cabrea,
la lujuria me excita,
la hipocresía es como si alguien me escupiera en la cara,
la muerte me deja sin otras opciones,
muero hoy, muero mañana,
o muero pasada mañana...
pero seguro...seguro...
que algún criaré gusanos con mis tiernos despojos,
la muerte es más inevitable que la vida
si vives es porque estarás muerto
a cambio,
si estás muerto no significa que estarás vivo
o lo que es lo mismo...
la vida lleva a la muerte
pero la muerte no lleva a la vida,
puede que lleve a la vida,
pero no siempre...
la vida es ver crecer los árboles frutales
y a su debido tiempo, comer sus espléndidos frutos
o regar las flores todos los días
y esperando así, que todo se cubra de pétalos y olores,
la vida es como aquella amiga que conoce tus secretos
y tú en cambio, no conoces nada o casi nada de ella,
la vida es lucha
y a veces, es una lucha de titanes
y otras veces, es una lucha adecuada a tus necesidades vitales,
pocas veces se da ésta coyuntura tan bucólica,
la vida te enseña y te da lecciones a la sombra de un Ciruelo,
me gustan los Ciruelos...
los Ciruelos, los Manzanos, los Perales,
los Membrillos, los Melocotoneros,
y para que hablar de mi debilidad más auténtica,
la deliciosa sombra de una Parra de Uvas
y mira que han pasado años y años desde mi infancia,
pero es igual...
sigo viendo los racimos de aquellas uvas,
sus colores de oro y plata,
sus gotas de agua cayendo al suelo,
sus juegos de luces y sombras,
sus aroma a azúcar moreno,
su sedoso tacto de almíbar
y sus hojas mecidas por el viento
o por la brisa marina...
y todo esto, lo vi siempre
lo vi al nacer, al gatear,
al empezar a andar,
al correr, al brincar,
al pedalear en aquella bici toda destartalada,
al fumar mi primer cigarrillo escondido,
al ocultarme para buscar mi propia supervivencia,
al vendimiar los racimos de uva,
al pisar la uva
y saborear su olor a vino fresco recién salido de aquél manantial,
también lo vi más adelante,
mucho más adelante, años más adelante...
porque pasé algunos años en otra esfera
quizá estuve más cerca de la estratosfera que de la tierra
era otro Limbo cubierto de revoluciones y manifestaciones,
era otra historia: calle, manifestaciones y asambleas
y a la calle hermanos...
que vamos a quemarlo todo
y no va a quedar nada en pie
y bla, bla y blá y vamonos que nos vamos
y la revolución pasó y todo siguió en pie,
menos yo, que empecé a tambalearme
y a continuación vino la noche, empecé a vivir la noche,
después me paseé por el alcohol y las drogas,
todo tipo de drogas
y de alguna me costó soltar el lastre,
me costó sudores, pavores y muchos dolores de riñones,
y como rosquillas, fue repartiendo disgustos y malos rollos
y ete aquí, que en mis momentos lúcidos...
(que por suerte, empezaron a medrar)
empecé a recordar de nuevo, aquella parra,
sus uvas me inundaron, sus olores me invadieron,
sus sabores me fascinaron
y entonces y sólo entonces,
mi piel se hizo pellejo
y mi Cerebro se diluyó en un barril de aquél delicioso vino.
la envidia me escuece,
la gula me irrita,
la desidia me cabrea,
la lujuria me excita,
la hipocresía es como si alguien me escupiera en la cara,
la muerte me deja sin otras opciones,
muero hoy, muero mañana,
o muero pasada mañana...
pero seguro...seguro...
que algún criaré gusanos con mis tiernos despojos,
la muerte es más inevitable que la vida
si vives es porque estarás muerto
a cambio,
si estás muerto no significa que estarás vivo
o lo que es lo mismo...
la vida lleva a la muerte
pero la muerte no lleva a la vida,
puede que lleve a la vida,
pero no siempre...
la vida es ver crecer los árboles frutales
y a su debido tiempo, comer sus espléndidos frutos
o regar las flores todos los días
y esperando así, que todo se cubra de pétalos y olores,
la vida es como aquella amiga que conoce tus secretos
y tú en cambio, no conoces nada o casi nada de ella,
la vida es lucha
y a veces, es una lucha de titanes
y otras veces, es una lucha adecuada a tus necesidades vitales,
pocas veces se da ésta coyuntura tan bucólica,
la vida te enseña y te da lecciones a la sombra de un Ciruelo,
me gustan los Ciruelos...
los Ciruelos, los Manzanos, los Perales,
los Membrillos, los Melocotoneros,
y para que hablar de mi debilidad más auténtica,
la deliciosa sombra de una Parra de Uvas
y mira que han pasado años y años desde mi infancia,
pero es igual...
sigo viendo los racimos de aquellas uvas,
sus colores de oro y plata,
sus gotas de agua cayendo al suelo,
sus juegos de luces y sombras,
sus aroma a azúcar moreno,
su sedoso tacto de almíbar
y sus hojas mecidas por el viento
o por la brisa marina...
y todo esto, lo vi siempre
lo vi al nacer, al gatear,
al empezar a andar,
al correr, al brincar,
al pedalear en aquella bici toda destartalada,
al fumar mi primer cigarrillo escondido,
al ocultarme para buscar mi propia supervivencia,
al vendimiar los racimos de uva,
al pisar la uva
y saborear su olor a vino fresco recién salido de aquél manantial,
también lo vi más adelante,
mucho más adelante, años más adelante...
porque pasé algunos años en otra esfera
quizá estuve más cerca de la estratosfera que de la tierra
era otro Limbo cubierto de revoluciones y manifestaciones,
era otra historia: calle, manifestaciones y asambleas
y a la calle hermanos...
que vamos a quemarlo todo
y no va a quedar nada en pie
y bla, bla y blá y vamonos que nos vamos
y la revolución pasó y todo siguió en pie,
menos yo, que empecé a tambalearme
y a continuación vino la noche, empecé a vivir la noche,
después me paseé por el alcohol y las drogas,
todo tipo de drogas
y de alguna me costó soltar el lastre,
me costó sudores, pavores y muchos dolores de riñones,
y como rosquillas, fue repartiendo disgustos y malos rollos
y ete aquí, que en mis momentos lúcidos...
(que por suerte, empezaron a medrar)
empecé a recordar de nuevo, aquella parra,
sus uvas me inundaron, sus olores me invadieron,
sus sabores me fascinaron
y entonces y sólo entonces,
mi piel se hizo pellejo
y mi Cerebro se diluyó en un barril de aquél delicioso vino.
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