
No queda nada de aquél amor
y ¿para qué?,
para seguir revolcándote en la desgracia,
para retorcerte en tu mala suerte,
para llorar y sufrir eternamente...
no queda nada o apenas queda nada,
quizá quede un brote que languidece de pena
o que se mustia de angustia,
sabe de su muerte anunciada,
conoce las causas,
reconoce su cobardía,
entona el mea culpa y el culpa tuya...
pero da igual,
vino el viento del norte
y lo cambió de lugar y sitio
y ahora vuelvo a pensar,
¡no queda nada de aquél amor!.
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