No recuerdo la quietud de los días buenos,
no recuerdo su amado silencio,
ni la ternura de sus dedos,
ni la mirada limpia, nítida y cristalina,
ni la suavidad de las palabras,
ni los silbidos de los susurros,
ni las tardes cortas y otoñales,
ni el apagado fuego de mi ira,
ni aquellas noches sin temor y sin juicio,
no recuerdo nada,
porque además, ahora...
me niego a recordar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario