Hoy...¿cuanto tiempo dormiría?. Entre dos o tres horas como mucho y porque a las 8 a.m. salí de guardia y la noche fue de escándalo pero a lo malo. Y bueno, ahora revolotean las 12 del mediodía, hora del ángelus y de nuevo estoy entrando en barrena o en bajada criminal y asesina. Estoy en medio de los sube y baja, hace un rato estaba allí arriba y junto a las nubes y ahora, soy carne de rata de alcantarilla. Creo que estoy durmiendo despierto. Un ojo abierto y el otro cerrado. O como decía el otro, para dormir bien y de la forma más complaciente...uno se debe meter un dedo en el culo y si es el pulgar mucho mejor, es más grande y además es más agradecido. Dos putas horas de mierda y debo estar agradecido, pues pude dormir menos o no dormir nada. También podría dormir como las Gallinas cuando lo hacen en el palo del gallinero, haciendo equilibrios y de vez en cuando abriendo los ojos y por si el zorro asesino, les ataca. Aunque viendo como va el día si llego vivo hasta después de comer (lo que normalmente se llama siesta), pues la cosa ya tendría su gran mérito. Y eso que no hay tour, ni vuelta ciclista, ni giro, ni (como hoy es domingo) documentales de animales todo fieros que acechan por las estepas africanas. Al parecer las fieras descansan los domingos y fiestas de guardar.
Por cierto yo no tengo zorro que me ataque, ni zorra. Pero después de las últimas escaramuzas amorosas, prefiero no tener zorro o zorra que me ataque. Ahora, voto por mi paz interior. Me hice asceta y anacoreta y por lo tanto prefiero vivir en pelotas dentro de una puta cueva húmeda y fría y comiendo lagartijas y culebras al por mayor. Yo medito y pongo mi alma al servicio de la meditación. Como aquél convento o santuario budista situado en lo alto de las hermosas y alucinantes Alpujarras (forman parte del macizo de Sierra Nevada). Con unas vistas bestiales de necesidad. Con un camino de cabras donde te jugabas la vida para llegar hasta él. Con cuatro chozas diseminadas sobre un manchón de tierra y una quinta o central, que era donde se hacían vivir los curas budistas. Es decir, tú alquilabas una choza de las de al lado de la nave central, para meditar como un cabrón y para encontrar tu yo interior. Pero ellos, los curas budistas, no te ayudaban a encontrar el camino de la meditación transcendental. Ellos, te ponían la choza con maravillosas vistas al valle o a la montaña de enfrente, te llamaban para desayunar, comer y cenar en la choza central. Y después te dejaban todo el resto del día para meditar tus mierdas deprimentes. De hecho, mis pensamientos transcendentales siempre versaban en como escaparme de todo. En como huir y desaparecer y de una puta vez por todas.
Aunque de aquellas tenía los hijos pequeños y toda ésta mierda insípida, deprimente y demasiado llorona, se quedaba en un canto de sirena ( y a menos mal) en medio de una montaña de las Alpujarras (Granada). Pues resulta que por éstas montañas anduvieron los musulmanes del reino de Granada cuando fueron vencidos por el reino cristiano de España y tiene muestras musulmanas en cada rincón y esquina. Pero volviendo al monasterio budista. Pues resulta que de ese monasterio granadino había salido un niño budista que era la siguiente reencarnación de Buda (no sé, si era la siguiente o la anterior. Soy muy lerdo en estos temas). Y claro, había fotos por todos lados del susodicho niño prodigio. Y fotos del antes (en el monasterio) y del después (cuando ya lo tenían instalado en el Tibet en un choza mucho más confortable que la primera). Por tanto y por si no lo sabíais, existe una gran conexión cósmica entre las hermosas Alpujarras granadinas y el famoso Tibet budista.
Por cierto yo no tengo zorro que me ataque, ni zorra. Pero después de las últimas escaramuzas amorosas, prefiero no tener zorro o zorra que me ataque. Ahora, voto por mi paz interior. Me hice asceta y anacoreta y por lo tanto prefiero vivir en pelotas dentro de una puta cueva húmeda y fría y comiendo lagartijas y culebras al por mayor. Yo medito y pongo mi alma al servicio de la meditación. Como aquél convento o santuario budista situado en lo alto de las hermosas y alucinantes Alpujarras (forman parte del macizo de Sierra Nevada). Con unas vistas bestiales de necesidad. Con un camino de cabras donde te jugabas la vida para llegar hasta él. Con cuatro chozas diseminadas sobre un manchón de tierra y una quinta o central, que era donde se hacían vivir los curas budistas. Es decir, tú alquilabas una choza de las de al lado de la nave central, para meditar como un cabrón y para encontrar tu yo interior. Pero ellos, los curas budistas, no te ayudaban a encontrar el camino de la meditación transcendental. Ellos, te ponían la choza con maravillosas vistas al valle o a la montaña de enfrente, te llamaban para desayunar, comer y cenar en la choza central. Y después te dejaban todo el resto del día para meditar tus mierdas deprimentes. De hecho, mis pensamientos transcendentales siempre versaban en como escaparme de todo. En como huir y desaparecer y de una puta vez por todas.
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| Centro Sel-Ling (Alpujarra) |

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