
Hay que vivir al día en cada minuto del día,
y dormir despierto durante la eternidad de la
noche,
hay que aprovechar el jugo de las horas llenas
y de los excelsos momentos sin miedo,
y hay que saber sacudir las telarañas de los malos rollos,
y pecar como demonios salidos de un cuento demoníaco,
y apagar la hoguera de las vanidades con incienso,
hay que ser cauteloso y prudente cuando se requiere
y lanzado y valiente al día siguiente,
hay que avanzar en punta de flecha
y nunca descuidar los flancos y temores,
por ahí... han caído otros,
diluidos en sus dudas terrenales,
revolcados en sus ciénagas de lodo y barro
y muertos antes de tiempo
y porque ya estaban muertos y desahuciados en el medio de ésta noche incierta.
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