¿Diseñado para matar?...no, estoy seguro que no,
ahora mis balas se quedaron sin fuego,
y mis revólveres no llevan muescas,
ahora no mato y solo vivo,
ahora quiero y no uso sombrero,
ahora amo cuando puedo,
y no voy dando abrazos como terapia,
soy más del poco a poco
y ahora un pequeño roce y un escalofrío,
y ahora un suave beso y un temblor especialmente bueno,
y ahora dame tu mano
y llévame por los senderos de un bosque mágico,
no...no nací diseñado
y menos para matar a alguien,
nací en un día de febrero
pero no me pusieron diseño,
era un día frío hasta el tuétano de mis huesos,
mi primera visión se llamó ría de Vigo
y el mar fue mi primer aliado,
¡mar de mi ría de Vigo!,
y mis primeros 17 años de vida,
los pasé mirándole desde la orilla,
playa, pinos, marea baja,
olores a algas,
chirridos de aquél viejo tranvía,
partidos de fútbol en la arena mojada,
paseos con mi perro por la playa,
tardes con mi primer gran amor,
bailes a la sombra de un pino,
besos no escondidos,
promesas de amor eterno,
más besos sin partituras ni normas marcadas,
pieles erizadas con la suavidad de los dedos,
buscadores de tesoros ocultos
y allí en donde crecían las flores húmedas,
tiempos de contar historias
y hacer de aquellas historias, verdades...
y claro...
yo no pensaba que se acabaría el verano,
que llegaría Septiembre con su magia otoñal
y que tú y que yo,
nos despediríamos y casi para siempre...
tuvieron que pasar más de 40 años
para encontrarnos de nuevo
y bonito no... lo siguiente
la pena de verdad,
es que ésta última vez
tampoco cuajó esa eterna y bella historia
y puede que dentro de otros 40 años
nos volvamos a encontrar en la misma playa de la ría de Vigo,
rondaremos los 100 años y se nos habrán caído los dientes
pero para dar besos ¿para que hacen falta los dientes?...
No hay comentarios:
Publicar un comentario