
Lo que ahora tengo muy claro
es que no me alcanzas ni de cerca ni de lejos,
yo vuelo a cielo abierto
y tú vuelas en circuito cerrado,
y ahora que han pasado los meses y los años y los días,
me doy cuenta de que somos satélites dependientes,
necesitamos merodear alrededor de alguien o de algo,
pero eso sí,
nos vendemos como trigo limpio y libre de polvo y paja,
cuando en realidad lo que estamos...
es infectados y hasta el tuétano de nuestros huesos.
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