yo era feliz en el mes de febrero,
hacía frío polar,
llovía a mares,
y hasta a veces, nevaba un poco,
por lo menos nevaba en la lejana sierra de mis pensamientos,
y yo me refugiaba en mi guarida de lobo estepario
cerraba puertas y ventanas
y dejaba que mi mente flotara entre leños encendidos
y pedía frío, lluvia y nieve
y así fue y hasta que febrero dejó de ser febrero
y se convirtió en una primavera indiferente,
hoy crecen las vinagretas
y florecen los almendros antes de tiempo,
ahora el viento es aire acondicionado,
la lluvia es un grifo abierto
y la nieve es caspa de los dioses
y ha pasado otro mes de febrero
y yo, como ser utópico que soy,
sigo esperando que el próximo febrero,
sea un febrero verdadero.

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