INSULARIDAD










Día nosécuantos de confinamiento,

ya perdí la cuenta de las fechas

y ahora los meses son como un mes eterno sin

 coitos interruptus,

el día y la noche es lo que diferencia los días

y bueno y esas maravillosas madrugadas

que son más apreciables por estos lares insulares,

para algo vivimos en el punto más al este

pues por aquí sale el sol

pero también se hace de noche una hora antes que en mi tierra gallega,

es lo que tiene el vivir en los extremos

en uno amanece una hora antes

y en el otro, anochece una hora después,

y   así, hablando de todo un poco...

en ésta pequeña Isla la cosa del coronavirus

no va tan mal,

hay muy pocos contagios nuevos

y el número de muertos se aproxima a cero,

cada vez estamos más cerca

de entrar en la siguiente fase de la famosa desescalada

para algo somos Isla

lo somos para lo bueno y para todo lo malo,

pues aparte de estar rodeados de agua por todas partes,

sólo se puede llegar hasta aquí

en barco o en avión y no hay más

y somos Isla también para lo malo,

que para algunos es el estar aislado

y que para mí no es eso,

para mí lo peor de ser Isla

es que todo se encarece bestialmente

porque todo viene en barco o en avión

y mucho de lo que llega

tiene un cierto sabor a gasoil

o está verde, duro y un poco incomestible

y entonces aquí, entra el siguiente paso de la carestía,

vas a pagar y con creces todos los productos isleños,

los que se cultivan y plantan aquí

y en comparación,

 el precio del oro se quedará atrás

y una mandarina "de las de aquí",

tiene el mismo precio que un diamante pulido,

y una berenjena es para ponerte a bailar con ella un vals

a la luz de la Luna,


claro que la patente "de ser de aquí"

nos encarece la vida de tal manera,

que una buena y rica compra

te sale más del doble que allí

(y con allí, me refiero a la Península),

pagas la insularidad y a golpe de talonario

en realidad, nos dan un pequeño complemento en el sueldo,

pero es una mierda de complemento

que no nos da para comprar ni una de esas Berenjenas tan especiales

que al parecer crecen en ésta Isla.

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JULIO CORTÁZAR